Héroes sin capa, son aquellos que arriesgan su vida para poder salvaguardar la de otros. Los cuerpos de Bomberos Municipales y Voluntarios han apoyado miles de comunidades por toda Guatemala, en rescates, incendios y catástrofes; sin embargo, no todos corren la misma suerte en un trabajo tan riesgoso.
La muerte de Ciro Camey, integrante de la Quinta Compañía de los Bomberos Voluntarios de Quetzaltenango y quien intentaba apagar un incendio en Xela durante el 2017, sirvió como inspiración para mejorar la manera de apagar incendios y restar peligro a los socorristas durante sus labores.
Estudiantes de la Facultad de Ingeniería Electrónica e Informática de la Universidad Mesoamericana, en Quetzaltenango, se enfocaron en la tragedia ocurrida a Camey y ese fue el punto de partida para crear una ayuda a los Bomberos Voluntarios, como parte de su proyecto en esa casa de estudios superiores.
“Dentro de la facultad, los estudiantes deben presentar un proyecto de carrera al terminar su proceso de formación, que equivale a una tesis en otras áreas profesionales. Tienen un semestre para el desarrollo, y el requerimiento principal es poner la tecnología al servicio de la comunidad”, indica el ingeniero Richard Mazariegos, quien fue catedrático del grupo de cinco estudiantes que llevó a cabo la construcción del aparato.
Un semestre para ayudar a los bomberos
Eleázar, Freddy, Alberto, Egil y Samuel formaron el grupo que unió sus conocimientos para poder crear la máquina, iniciando en julio y entregando las primeras pruebas con los bomberos en noviembre recién pasado.
“Este grupo estaba muy motivado desde el inicio, pues siempre tuvo la iniciativa de poder apoyar a los bomberos. Logré ver que siempre estaban motivados por poder contribuir a su comunidad y dar un robot en perfecto estado; ellos recordaban la muerte de Camey, sucedida en 2017, y bajo esa sensibilización lograron elegir un gran proyecto para apoyar a muchos. Eso también ayudó a que se lograse construir con éxito el robot”, asegura Mazariegos.
El costo del aparato asciende a Q35 mil, por lo que los estudiantes debieron aportar económicamente en varias fases del proyecto para poder completarlo. A pesar del precio y las complicaciones que suponía conseguir piezas que solo se encontraban en el extranjero, los jóvenes lograron fabricar un robot que es capaz de soportar hasta 15 años de servicio y adentrarse en altas temperaturas, donde un humano difícilmente podría salir ileso.
La máquina es manejada inalámbricamente con un panel de control y se puede dirigir a los lugares más complicados en un incendio. Es capaz de distribuir el agua dentro de un siniestro en tres diferentes modalidades y con un chorro a presión. Su función principal es ingresar en áreas arriesgadas donde una persona podría perder la vida.
Un nuevo miembro en la compañía
La Quinta Compañía de Bomberos Voluntarios de Quetzaltenango, a la que servía Camey, fue seleccionada para utilizar el robot. Los mismos estudiantes repasaron con los socorristas el funcionamiento de la máquina, así como varios entrenamientos para que puedan ser capaces de llevarla a su siguiente misión.
Ahora, con el “robot bombero”, logran rendir homenaje al sacrificio de Camey. “Este grupo de estudiantes también abrió la puerta a nuevas tecnologías para poder aplicarlas a los cuerpos de socorro y así ser más efectivos, sin poner más vidas en riesgo”, resalta Mazariegos.
Los cinco estudiantes formaron parte del Guatemala Innovation Forum, en el cual compartieron el progreso y resultados de su proyecto universitario. ¿Te gusta la idea que tuvo este grupo de jóvenes?