La llegada del COVID-19 ha alarmado a los vecinos, quienes están preocupados por la escasez del vital líquido en sus hogares.
La escasez de agua en la ciudad dificulta la higiene en los hogares.
La justificación es por la sequía que está viviendo la región y porque ponen en riesgo las comunidades.
Aunque los consumidores no perciban el impacto negativo de la sequía, el sector agrícola y energético están “rezando” para que llueva.
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