“Al pueblo pan y circo”, dijo alguna vez el poeta romano Juvenal. La frase hacía alusión a la praxis de…
El corazón del reino más valiente, el de los Q’iches, nos ha dado un ejemplo de hasta dónde puede llegar la voz de un pueblo.
El pasado fin de semana un grupo de manifestantes quemó algunas instalaciones del congreso, como medida de protesta por la aprobación del presupuesto 2021.
¿Qué molestó más a la población? Un presupuesto desfinanciado, una aprobación con poca discusión, los cambios en las partidas de gasto o los abusos de una legislatura que condenará a las finanzas públicas de Guatemala.
Para la mezquina clase política de Guatemala, no existen las tragedias ni las penurias, solamente las oportunidades para hacer negocios. Cada legislatura parece superar a su antecesora y esta no es la excepción.
El Congreso de la República aprobó el Presupuesto de Ingresos y Egresos de la Nación más desfinanciado.
Los diputados tienen menos de un mes para aprobar el Presupuesto General de Ingresos y Egresos de la Nación.
A priori y bajo una perspectiva simplista parece evidente que el Estado puede invertir con mucho mejor criterio los Q8.5 millones designados a una grasa burocrática que se sirve con la cuchara grande.
El Gobierno actual se valió del Acuerdo Gubernativo 16-2017, suscrito durante la administración del impresentable Jimmy Morales, la cual creó una Comisión estratégica “ad honórem” (integrada por un ministro y tres secretarios).
El país ha gastado más que Holanda, Grecia, Bélgica o Hungría durante la crisis del COVID-19. ¿Será capaz de soportar el gasto financiero?