Salió de Nebaj, Quiché a las 3 am, para un recorrido que lo traería a la capital. Su segunda exposición en menos de cuatro meses, luego de un encierro que frustró su producción artística. Pero un bloqueo en la ruta, casi le hace perderse la inauguración de la muestra “Arte y Pintura del Bicentenario Centroamericano”, donde fue seleccionado para participar.
La cita para el evento era a las 11 de la mañana, pero media hora antes no sabia si llegaría a tiempo. Una hora después, Gersson Fuentes llegaba al Palacio Nacional de la Cultura. Maletín en mano, ingresó al edificio, de inmediato corrió al baño para ponerse su traje típico. “Mire me voy a cambiar, por que aquí si lo ven a uno con traje seguro lo asaltan”, comento el artista.
Fuentes había sido encomendado por el gobierno de Nicaragua para elaborar una pieza alegórica a esa nación. Una pintura que exaltara las bellezas de Nicaragua y sus lugares mágicos. Así fue con cada uno de los países centroamericanos, donde un artista de la región trabajo una pieza para la exposición.
La obra que Fuentes trabajo para el Bicentenario, representa la unificación de los lugares mágicos de Nicaragua. La isla de Ometepe, con sus dos volcanes, la ciudad colonial de Granada, el poeta Rubén Darío esbozado y en el ala de un Guardabarranco (ave nacional de Nicaragua) y el rostro de Miguel Larreynaga, prócer de la independencia.
Una vez más, como lo hiciera en el edificio del Correo, Fuentes trajo obras de su amado Quiché. Paisajes de Chajul, casas de Nebaj y retratos de Cotzal, acompañaron a la pieza que realizó para Nicaragua.
El artista no dejó de sorprender, pues a sus dotes de pintor se le suma el de músico. Durante la ceremonia de inauguración, Fuentes tocó la marimba junto a los músicos del Palacio Nacional de la Cultura.