Por: Laura Ibargüen
Aunque siempre me ha dolido y profundamente indignado el machismo y los ataques en contra de la mujer, hasta hace muy poco experimenté el miedo que se sufre con la violencia de género. En enero, dos amigas y yo nos enfrentamos cara a cara con la realidad más dura que implica el ser mujer. Hicimos todo lo que se supone que hay que hacer en esa situación. Llamamos a la policía, presentamos una denuncia, fuimos al juzgado y el triste desenlace de esta situación es que el hombre que nos agredió, debido a las leyes españolas, sigue suelto en las calles. Las causas por las que yo había luchado durante toda mi vida y las historias que escuchaba de otras que me indignaban, se convirtieron en una realidad para mí esa noche de enero. Lo que puedo decir de esta experiencia es que la impotencia es real, el miedo es paralizante y la frustración te destruye por dentro.
Vivimos algo muy duro, pero mis amigas y yo estamos bien, nuestra integridad física quedó intacta, estamos vivas y eso es mucho más de lo que pueden decir tantas mujeres y niñas. Amanecí este 8 de marzo con el corazón roto, me duele saber que vivo en un mundo en el que la mayoría de personas en lugar de oponerse al machismo y sus efectos, lo perpetúan. Me duele cada vez que me entero de otra niña o mujer acosada, violada, desaparecida, muerta. Me duele escuchar los típicos comentarios de “ahora ya no está tan mal”, “antes todo era peor”, etc. porque esto NO es cierto, Guatemala y el mundo llora sangre, la violencia de género es real y nos afecta a todas.
Este 8 de marzo amanecí con el corazón roto, pero también amanecí con unas ganas inmensas de luchar, de no callar, de apoyar y de oponer hasta que en este mundo no se le vuelva a poner mano encima a las niñas y mujeres. Espero que todas las demás que amanecieron igual de rotas que yo, que han tenido miedo, que se sienten impotentes, que han sufrido por el hecho de ser mujer, espero que luchen, que denuncien, que hablen, que griten y que no dejen que NADIE NUNCA las calle. Levanten la voz por ustedes y por todas aquellas que han sido silenciadas.