¿Cuántos de nosotros no hemos necesitado desconectarnos de los problemas diarios? Algunos lo logran a través de la música, otros pintando o también por medio de las letras. Javier Müller encontró en el deporte una válvula de escape perfecta para olvidarse de la rutina y despejar su mente.
Javier tiene 30 años, es diseñador industrial y trabaja “por su cuenta”. Es el mayor de sus hermanos, aunque tiene una media hermana un poco más grande. Vive en la zona 7 y no es la típica persona tranquila que se entretiene viendo televisión. Dice que es malo para hablar. Su padre entrenó beis cuando estuvo en la universidad, pero actualmente ninguno practica deporte.
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Es un aficionado de las motocicletas, los Yankees en las Grandes Ligas y la NFL, aunque lo sigue con menos frecuencia. Es de los pocos en el mundo que detesta el fútbol.
Cuando tenía entre 3 y 4 años comenzó en el béisbol. Fue parte de al menos cuatro procesos de selección e hizo una vida en el campo de juego. Cuando cumplió los 17 años tomó la decisión de buscar nuevos horizontes.
Como Javier es muy activo, investigó sobre otras disciplinas que lo mantuviesen con la mente activa y comenzó a entrenar skate. Pese a que le gustó mucho la experiencia, le duró poco tiempo. Alrededor de cuatro años.
Hace un año y medio comenzó una nueva aventura. Se dio cuenta a través de las redes sociales que muchos amigos practicaban ciclismo de montaña. Siempre le llamó la atención y encontró el momento perfecto para comenzar a practicarlo. Sus primeros pedalazos fueron con el grupo de una tienda de zona 14, durante colazos a San Lucas.
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Con el paso del tiempo se dio cuenta que era un deporte realmente exigente, por la condición física y resistencia, temas en los que aún trabaja con mucho esfuerzo.
Lo tomé como un escape, porque cuando estás metido entre las montañas y lugares que no conoces, te desconectas de tu entorno.
Algunos trips
Javier quedó enamorado de este deporte por los lugares que fue conociendo, como el Volcán de Pacaya. La experiencia en bicicleta es fuera de serie y no digamos el amanecer en la cima de aquel lugar.
Aunque no todo ha sido bueno. Hace aproximadamente seis meses pedaleaba en Las Nubes, ubicado en San José Pinula. Perdió el control de su “bici” y se estrelló contra una piedra. El casco salvó su vida.
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Comenzar este camino no fue fácil, especialmente porque todo el equipo y la misma bicicleta son caros. Pero la pasión pudo contrarrestar este inconveniente.
El mayor sacrificio
Aunque las personas no lo crean y pocos se den cuenta, los atletas sin importar si son o no federados, sacrifican muchos aspectos de su vida personal y social por lograr un buen nivel deportivo. En el caso de Javier no fue la excepción. El tiempo que no pudo compartir con sus seres amados, su pareja y amigos han disminuido su círculo de relaciones.
El ciclismo te exige mucho. Necesitás madrugar y no podés ir de goma porque te morís. Cuando dejé la fiesta fue muy difícil.
¿Qué valores le han dejado los deportes?
Sin duda, Javier es una persona alegre, responsable y dedicada. También es metódica y disciplinada. Todo esto, gracias a su vida atlética. Es una persona ordenada y que se entrega en cada meta que se traza.
Müller se ve por mucho tiempo practicando este deporte, mejorando sus técnicas y conociendo muchos más rincones de Guatemala.
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