“La vida no debería ser un viaje hacia la tumba con intención de llegar a salvo con un cuerpo bonito y bien conservado, sino más bien llegar derrapando de lado, entre una nube de humo, completamente desgastado y destrozado, y proclamar en voz alta: ¡Uf! ¡Vaya viajecito!” Hunter Thompson.
Cuando era pequeña viajar era una pesadilla, el solo hecho de pensar en salir de la comodidad de mi casa me aterraba, hasta que mi mamá literalmente me obligó a hacerlo. Descubrí muchas cosas, fue un encuentro brutal con otro estilo de vida y otras culturas, descubrí que dormir en otra cama estaba bien.
Claro, hay de viajes a viajes, hay veces en las que vas tan cómodo, otras en las que parece que el universo conspira para que todo vaya mal, otras en las que puedes comprarle ese “recuerdito” a todos tus amigos y otras en las que no sabes si te alcanzará para comer.
Pero, últimamente ser “mochilero” es una aventura única, la emoción de no saber dónde dormirás o qué harás provoca que deseemos realizarlo. Hace dos años me fui de mochilera a un lugar no tan lejano, pero que me distanció del mundo.
Fue en Panajachel, las ganas por ver el lago me mataban, era domingo y tenía que trabajar. La decisión fue de último momento, tomé una mochila y empaqué lo necesario, así emprendí el viaje. Al compartir experiencias con otros viajeros llegamos a estas conclusiones:
1. La improvisación es tu mejor aliado, claro, hay que tener conocimiento del lugar al que vas para no pasarla mal, pero no tanto para perder la emoción de lo inesperado.
2. Estar preparado, ya que una vez traces el destino investiga sobre el clima, las culturas, los cambios de horario, transporte y lugares. Que no te suceda como a un amigo, que al llegar a Malí se dio cuenta que muchos hogares no tienen luz y la pasó mal.
3. Lleva fotos de los lugares a los que quieres ir, ten en cuenta que no en todos lados hay buena recepción de Internet o no es compatible.
4. Lleva un adaptador universal o cargador portátil. En Italia pasó que, luego de un viaje de 14 horas y miles de fotos, los teléfonos se quedaron sin batería y ¡vaya sorpresa! Los conectores no eran compatibles y comprar un adaptador costó 50 euros.
5. Una buena mochila es indispensable, entre más liviana mejor será, no la llenes solo de ropa, también deja espacio para esos “gustitos” que te vayas encontrando en el camino.
Ese viaje corto a Panajachel me cambió la vida, justo a la orilla del lago me desprendí de un dije que representaba parte de un pasado con el que quería cortar. Conocí a un anciano que parecía conocer mi vida entera, por último subida en una lancha decidí renunciar a mi trabajo (dinero no es sinónimo de felicidad) y alejarme de esas personas a las que consideraba “tóxicas”.
Viajar es una aventura y cómo decía Gabriel García Márquez “viajar es marcharse de casa, vestirse de loco diciendo todo y nada en una postal, es dormir en otra cama, sentir que el tiempo es corto, viajar es regresar”.