Desde la ventana que tiene a la par de su escritorio asoma la cabeza, en los momentos cuando no está solucionando un problema con algún cliente o no recibe alguna capacitación sobre cómo ser más paciente con quienes le llaman.
En su cubículo de un metro no ve nada más que dos monitores, un teclado al que le faltan algunas teclas y un mouse que es su arma de trabajo, aunado a ello un par de audífonos con micrófono que cuelgan de sus oídos por alrededor de siete horas diarias. El silencio es algo que no se percibe, porque de vez en cuando se escucha el grito de su jefe enojado por no alcanzar los resultados.
“En un call center no hay tiempo para nada, menos para enfermarse”, dice Javier, quien siempre carga una venda en su brazo derecho, desde que hace un par de meses se sometió a una cirugía que le costó alrededor de Q20 mil. El motivo de su operación fue simple, poco conocida, pero que cobra más apogeo con el pasar de los días: síndrome del túnel carpiano.
Esta es una afección en la cual existe una presión excesiva en el nervio mediano que permite la sensibilidad y el movimiento a partes de la mano. El síndrome del túnel carpiano puede provocar entumecimiento, hormigueo, debilidad, o daño muscular en la mano y los dedos.
Un pequeño dolor en la muñeca “como punzadas” era lo que Javier sentía, no le puso mayor importancia porque pensó que era por haber dormido mal. El malestar se intensificaba con el tiempo, “había momentos en los que ya no podía ni agarrar el mouse”.
Su negación por pensar que tenía algo más lo llevó a tomar otras medidas. Desde su muñeca hasta la mitad de su brazo permanecía llena de hules y cualquier tipo de vendas para controlar el agudo dolor que le producía, pero nada funcionaba. Incluso su trabajo se vio afectado y como toda regla de call center: quien no produce no sirve y fue despedido.
Tras una búsqueda poco fructosa de alivios temporales y remedios caseros, Javier vivía con el dolor como algo cotidiano nada que un par de masajes no pudieran reparar. Durante un año no se preocupó más por su padecimiento, hasta que una noche su mano quedó paralizada, ninguno de sus dedos podía moverse.
Hacía un par de semanas que había notado la aparición de unas manchas rojizas en su mano pero tampoco le dio importancia. El dolor ahora era más agudo, ya no podía mover su mano ni sus dedos.
A primera vista el doctor supo lo que tenía, la solución era una operación, porque la inflamación de la membrana reduce el espacio limitado del túnel carpiano y, con el paso del tiempo, comprime al nervio y produce atrofias al músculo.
Tras la cirugía y el tratamiento, Javier ha vuelto a sus actividades normales, como secuela aún se pueden ver algunas manchas rojizas en su muñeca y sus dedos han quedado un poco torcidos.
“Los síntomas van y vienen, pero con el paso del tiempo pueden hacerse constantes y producir una sensación de torpeza o debilidad, abotonarse la camisa puede llegar a ser complicado. Si la condición es muy severa, los músculos en la base del pulgar pueden atrofiarse”, según el doctor Edgar Sierra.
Los síntomas más comunes del síndrome del túnel carpiano incluyen:
Adormecimiento, hormigueos y dolor en la mano.
Una sensación de descarga eléctrica, sobre todo en los dedos pulgar, índice y medio.
Sensaciones extrañas y dolor que recorren el brazo y suben hacia el hombro.
En la mayoría de las personas, los síntomas son más severos al lado del pulgar de la mano.