Sus ojos denotan soledad, no recuerda su nombre ni nada de su pasado, sus amigos le dicen Guayo, aunque ellos tampoco saben su verdadera identidad. Todos los días desde las 5:30 de la mañana hacen fila sobre la 2a. avenida y 8a. calle de la zona 1, a la espera de un desayuno sencillo.
Viven de la misericordia de los demás, unos aún pueden pedir limosna, otros debido a su estado de salud les cuesta incluso caminar, van sin rumbo y la única compañía que tienen son sus demás compañeros.
Ellos son personas de la tercera edad, quienes “sobreviven de lo que los demás les pueden dar, ni siquiera cuentan con un lugar para dormir y les toca quedarse en las banquetas”, cuenta Fray David, uno de los sacerdotes a cargo de la misión de ayuda a los necesitados.
“Para nuestra congregación es difícil sobrellevar los gastos, porque aunque la comida que les demos sea sencilla (arroz, frijol, salchichas) representan costos. Nosotros no recibimos ayuda de alguna institución y lo que hacemos vienen de colaboraciones de los feligreses”, expresa el sacerdote.
La CEPAL en su publicación Panorama social de América Latina ubicó a Guatemala como el segundo país más pobre del continente, con una incidencia de pobreza de 70.5 por ciento, solo por encima de Nicaragua.
El panorama se torna distinto cuando la noche cae, pues otro grupo de personas que no cuentan con un hogar, abarrotan la calle frente al Hospital General San Juan de Dios “esos son drogadictos”, dice Silvia, vecina del lugar “yo por eso ya ni caso les hago”.
Sin embargo, un grupo de personas pertenecientes a una Iglesia Evangélica llegan a darles café y pan todas las noches “creo que no hay que hacer distinción a nadie”, dice uno de los integrantes. Ellos no solo reparten a quienes no cuentan con un hogar sino también a aquellos quienes esperan a sus familiares en las afueras de la emergencia del hospital.
Los riesgos de vivir en las calles
Las atrocidades cometidas en contra de las personas de la calle no han sido secreto, desde asaltos, golpes hasta violaciones a mujeres, incluso, la desaparición o trabajo forzado de los niños. En 2016, fue sonado el caso del asesinato de 20 indigentes y el intento de asesinato contra otras siete personas en situación de calle. Según el MP, la mayoría de las heridas que presentaban los indigentes fueron hechas con armas de fuego, armas blancas y objetos cortocontundentes.
En 2017, la Defensora de las Personas Mayores de la institución del Procurador de los Derechos Humanos, Teresa Maldonado, indicó en una entrevista que “es complicado dar una estadística acerca del número de quienes están en situación de calle, ya que no siempre están en el mismo lugar y no proporcionan sus nombres sino únicamente sus alias. Sin embargo, en el último recorrido que esa defensoría realizó en el Centro Histórico se contabilizaron entre 80 y 100 personas”.