No había secado la tinta en el acta de matrimonio, cuando el mismo abogado atendía la solicitud de divorcio de la pareja. Con más dudas que respuestas, el jurista dio una cita a los jóvenes, para darles algunos consejos.
Se casaron en marzo, a mediados, una de esas noches de calor con poco viento y muy enamorados. Familiares de varios continentes llegaron, se hospedaron y bailaron en la ciudad de Santiago de los Caballeros.
Cada detalle, cada arreglo, música y actividad era una perfecta coreografía, que había sido repasada una y mil veces por las familias. Así unieron sus vidas Lucía y Antonio ante Dios y los ojos de los hombres, con toda la pompa.
Luego de la fiesta, la joven pareja salió directo hacia el aeropuerto, destino las blancas playas de Aruba y en Oranjestad el Renaissance Aruba Resort. Fieles a la tradición, que pocos cumplen, esperaron a contar con la bendición celestial para consumar su amor.
Del amor al odio
Poco cuenta Lucía de cómo sucedió. Basta asumir que luego de esperar cuatro años como novio, Antonio quería comerse la fruta prohibida y así sucedió.
Mientras él estrenaba a su amada, los gemidos se convirtieron en llanto y el llanto en rechazo. Así fue la primera noche, la segunda y la tercera. De más está decir que un molesto Antonio reclamó a Lucía el no cumplir con su deber de esposa.
“Yo sé que te duele, a mí también, pero tenemos que hacerlo”. Antonio.
Al transcurrir los días, la incomodidad entre los recién estrenados esposos era más evidente. Él se iba a la playa en la mañana mientras ella se quedaba descansando por el dolor, que los intentos de la noche anterior le habían provocado.
Así concluyó la luna de miel, una Lucía con más molestia que placer y un enfadado Antonio, que no lograba tener lo que había esperado tanto. Quienes les fueron a recibir a La Aurora no pudieron dejar de percibir que algo andaba mal, la primera, la madre de Lucía.
“Le dije que no lo había pasado bien, que él venía molesto y que no habíamos podido hacerlo”. Lucía.
Una visita al médico reveló la raíz de la desavenencia entre Lucía y su marido. Ella, al igual que una de cada 5 mil mujeres en el mundo, sufre de MRKH, una condición que afecta el sistema reproductivo de las mujeres.
“Su principal consecuencia es el subdesarrollo o ausencia de la vagina y del útero”. Mayer-Rokitansky-Küster-Hauser (MRKH)
Las investigaciones sobre el MRKH dan cuenta que los factores genéticos y ambientales juegan un papel importante en el desarrollo de esta condición. Pero, a la fecha, ningún estudio tiene claro las verdaderas causas de la misma, pues algunos la atribuyen a factores genéticos y otros a medicamentos que ingieren las madres durante la gestación del bebé.
Los foros en Internet y los grupos de apoyo para las mujeres que padecen de MRKH sirven de ayuda para aprender a vivir con esta condición. Muchas de las mujeres que la padecen aseguran que han aprendido a hablar con sus parejas para que, al momento de la cópula no las lastimen.
Incluso se recomienda el uso de dilatadores vaginales para aminorar el dolor y crear elasticidad en el conducto. Pero lo más importante es buscar ayuda profesional para lidiar con este padecimiento.
Esta información llegó tarde a la pareja, que hoy, casi seis meses después de su boda viven separados. En ella con una experiencia que le ha marcado la vida, por el dolor, en él un machismo que no supo entender la estrechez de su mujer.