Otoniel Marroquín, de 65 años, camina más de 10 kilómetros al día. Inicia su recorrido desde la zona 6, donde vive, pasa por las zonas 1, 5, 10 y en la 14 se estaciona un par de horas para regresar, siempre por la misma ruta.
Don Otto como le gusta que le digan empezó a vender granizadas desde hace 15 años, cuando su esposa murió. La relación de ellos siempre fue respetuosa, se amaban, no tuvieron hijos, convivieron 30 años, lamentablemente una enfermedad los separó. Cuando ella murió, él lloraba mucho, trabajaba de albañil, pero se desconcentraba.
Un día un amigo le recomendó que buscara una motivación y que realizara otras actividades, que conociera a otras personas, para salir de la depresión.
Un primo de don Otto le contó que vendía granizadas, que con eso ganaba el dinero que necesitaba para vivir, también se mantenía en movimiento y conocía a muchas personas a quienes les preparaba algo para degustar.
Así que fue a preguntar por el alquiler de una de las carretillas, que le cotizaron Q75 diarios, lo que consideró que estaba costoso y no sabía si podría sacar esa cantidad en un solo día, pero se aventuró.
“Al principio me apenaba trabajar de vender granizadas, pero con el tiempo me di a conocer y la gente me compraba, porque trato que sea limpio lo que vendo”. Otto Marroquín.
Don Otto desconocía cuál era la mejor forma para vender sus granizadas, sin embargo, se dio cuenta de que había lugares en los que era difícil encontrar este tipo de bebidas. El primer día no le fue bien pues juntó Q60, pero se dio cuenta de que sí era posible reunir lo del alquiler de la carretilla, sacar el costo de los productos y ganarle más a las granizadas.
Así con el tiempo se ganó más clientes. Desde la zona 6 hasta la zona 14 las personas le compran sus productos, los cuales ha innovado con el tiempo, ya que ahora vende granizadas con cerveza.
“Tengo de todas las granizadas, dulces, saladas, agridulces, con cerveza y de todo un poco”. Otto Marroquín
Don Otto asegura que hay días en los cuales le atemoriza ejercer el trabajo que ama, pues algunos pandilleros le han robado los ingresos del día y eso lo ha desmotivado. En estos 15 años lo han asaltado aproximadamente ocho veces, la mayoría en la zona 1 cuando ya se disponía a regresar a su casa.
Sin embargo, don Otto asegura que no se dará por vencido y continuará haciendo lo que a él le gusta.