Para Paola y Roberto, el noviazgo era perfecto. Con mucha comprensión entre ambos y un amor inseparable desde que se conocieron en la universidad. Por más de cuatro años han permanecido como pareja pero con una diferencia de creencia: la fe.
Roberto es católico practicante, cumplió la confirmación de su fe con fervor y pasando cada domingo en la iglesia Divino Redentor de la zona 11. Por otro lado, Paola visita cada servicio y evento que se realiza en la Fraternidad Cristiana, en la Calzada Roosevelt, por lo que verse el domingo es imposible porque su novio asiste a misa.
El problema comenzó con la mejor de las intenciones. Roberto había decidido pasar el resto de su vida con Paola y la propuesta de matrimonio estaba lista. En medio de rosas, velas y un anillo en un restaurante, la novia se convirtió en prometida.
Entre lágrimas, Paola contó la noticia a sus padres, quienes conocían a Roberto desde el inicio de la relación. Sin embargo, el silencio que habían mantenido por años salió por fin. “Es católico, ¿cómo te vas a casar ? Él puede seguir su fe, pero el matrimonio ya es tema mayor”, afirmó Lucrecia, madre de la novia.
El punto de vista de los padres
“¿Ya pensaron en un hijo? ¿Qué religión van a profesar? ¿Vas a dejar de ir a la iglesia si se casan?”. La gran noticia se convirtió en una tormenta que los padres de Paola no controlaban. Sin embargo, no fueron los únicos opositores.
Roberto no obtuvo una buena reacción al dar la gran noticia. “Mijo, nosotros no compartimos el mismo modo de vida. Deberías de pensarlo mejor, tal vez ahora no sea un problema, pero más adelante lo van a resentir”, aconsejó la madre del novio, Celia. Marcos, su padre, fue un poco más comprensivo. “Si se quieren, déjalos, ya conocemos a Paola y sabemos que es una buena persona”.
Lastimosamente, el tema generó roces entre las familias. Se preguntaban por los futuros nietos. ¿Primera comunión o colegio cristiano? ¿Confirmación o bautizo en la Fráter? Mientras las dos parejas decidían, Roberto y Paola ya tenían sus propios planes. La pelea ya había comenzado, pero la joven pareja dejaría en elección libre la religión. “Él debe encontrar su camino, no ser obligado para creer en Dios, nosotros solo debemos ayudar a encontrarlo, será su elección”, afirmó Paola.
Sin embargo, ninguno de los padres quiere dar su bendición, a menos de que se llegue a un acuerdo entre ambas familias. Algo que debe unir como es la religión, terminó por separar.
¿Qué dice la iglesia?
El Arzobispado de Santiago de Guatemala tiene procesos a seguir para que un matrimonio “mixto” se pueda realizar. Por ejemplo, la pareja debe llevar un curso prematrimonial, al cual deben asistir y participar activamente. Con ello, se les entrega un certificado que formará parte de un archivo matrimonial, en el que también se encuentra información personal de la pareja y una declaración de los padres evangélicos/cristianos que afirman la diferencia de religión.
Con este curso, la pareja comprende la decisión que se vuelve trascendental y que conlleva, a corto, mediano y largo plazo, un cambio radical de la rutina. El sacerdote y formador de seminaristas, Gabriel Romero, comentó que “la iglesia acepta el matrimonio de diferente religión, pero hay un acompañamiento de un guía espiritual que conozca el camino y trayectoria que lleva la pareja. El matrimonio es un sacramento en la iglesia católica”.
“Acepta que se realice y que la pareja pueda vivir este sacramento, pero debe entender que es una gran responsabilidad. Sin embargo, el hecho que una persona que no vive o entiende el sacramento, decide vivirlo por amor es lo meritorio y razón que permite la unión”, expresó Romero. “La familia debe ayudar a que un hijo tenga los valores de una persona correcta, pero la decisión de qué fe seguir es individual, ya que no debe ser impuesta. El deber del joven es integrarse a una comunidad cuando tenga la elección”, explicó el sacerdote sobre la educación religiosa que debe llevar un hijo.
Por otro lado, en la iglesia evangélica, el pastor Carlos Barrera, afirma que “para un matrimonio, es necesario que la pareja tenga un nivel socioeconómico y religioso parecido para que pueda tener más posibilidades de éxito. He visto varias parejas, en las que la religión no se vuelve un impedimento al principio, pero al cumplir un año o dos comienzan los problemas”. Agregó que, en cuanto a la educación de un hijo en una relación de religión mixta, “es primordial que el joven pueda elegir su propio camino, sin presión por parte de los padres”.
El tema se ha vuelto común entre parejas, algunos incluso dicen que es razón suficiente para no llegar ni al noviazgo. Por más que haya química, atracción, amistad o un amor platónico, la religión puede ser decisiva para que una historia de amor no se concrete. ¿Crees que la diferencia de religión debe ser un impedimento para poder contraer matrimonio?