“No podía comer ni una manzana”. La historia de una persona con alergia alimentaria severa imagen

Debbie Schmid vive respetando una extensa lista de alimentos prohibidos por culpa de sus alergias e intolerancias.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Inicio de su historia

Debbie, de 46 años, ha tenido que lidiar toda su vida con dietas ilimitadas, debido a su padecimiento de alergia alimentaria severa, que no le permite ingerir casi ningún alimento.

Con mucha ilusión, Debbie esperaba su primer hijo, pero lamentablemente a las 20 semanas sufrió un aborto natural. Esto provocó que a la siguiente semana su cuerpo comenzara a actuar de manera extraña.

Schmid notó después de una cena, que al comer mariscos le salía una erupción en su cuello. Esto la alarmó y buscó algún profesional que pudiera darle una respuesta a esta extraña situación.

“Creo que se produjo un cambio en mis hormonas que causaron esta reacción en mi cuerpo. Solo comí una gamba, pero la erupción se extendió en mi organismo. Me dio fiebre, estaba muy desorientada y con ganas de vomitar. Luego sentí frío”, expresa Debbie.

En la clínica a la que acudió Debbie le diagnosticaron anafilaxia, una reacción grave y potencialmente mortal a ciertos alimentos. También, se le detectó síndrome de alergia oral, que causa picazón, hinchazón y malestar en la boca y garganta, después de comer frutas o verduras crudas.



Foto: Getty Images

Del fastidio al alivio

Los mariscos, nueces, el apio, las frutas, verduras, lácteos, soya, trigo y gluten están prohibidos para Schmid. Pero ¿cómo es posible que sobreviva con pocos alimentos en su estómago?

La respuesta está en dos jeringas de adrenalina (EpiPen). Esta sustancia le permite establecerse en caso de una reacción alérgica severa, además, de no ingerir todos aquellos alimentos que su cuerpo rechaza.



Foto: Getty Images

“Debo tomar un antihistamínico todos los días para protegerme de otros alimentos que desconozco me den alergia. No creo que haya completado la lista de comida que mi cuerpo rechaza”, comenta Debbie.

Los antihistamínicos comunes suelen ser de aproximadamente 10 mg. Los de Debbie son de 180 mg cada uno.

“Al principio tomaba cuatro pastillas por día y me estaban destrozando. Pero, cuando empecé a comer solo lo que debía y a eliminar muchas toxinas de mi cuerpo las reduje a una al día”, afirma Schmid.

Al principio, Debbie lloraba por todos los alimentos que no podía comer, pero todo cambió cuando se centró en los que sí podía ingerir.

Cuando acude a fiestas suele comer antes de llegar y en el lugar solo toma una bebida. Si se trata de una cena debe hablar con los anfitriones y explicar de forma muy exhaustiva qué alimentos quedan fuera del menú.

Schmid asegura que tanto su familia como sus amigos son muy comprensivos y que su esposo e hijos comen en la casa lo mismo que ella.




Fuente: BBC

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