Mis dos papás son sordos, así fue como crecí imagen

¿Alguna vez has pensado cómo sería tu vida si tus papás fueran sordos? Para muchos parecería una situación complicada, para Mauricio Méndez, un reto que se convirtió en una bendición.

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¿Alguna vez has pensado cómo sería tu vida si tus papás fueran sordos? Para muchos parecería una situación complicada, para Mauricio Méndez, un reto que se convirtió en una bendición. “Nací en una familia de personas sordas, mi mamá es de Suchitepéquez y mi papá de la capital. Se conocieron en una escuela para niños sordos y desde entonces entendieron que estaban hechos para estar juntos. Después de años de amistad, decidieron unirse, casarse y formar una familia y nací yo”.

Mauricio vivió hasta sus 19 años en Mazatenango y creció en un entorno de personas sordas, pues la mayoría de las hermanas de su mamá tampoco son oyentes. “Mis padres no tuvieron acceso a una educación privada y recuerdo que mi mamá siempre me decía que ella quería lo mejor para nosotros y que haría lo posible por mantenernos en un colegio privado, pues cuando era joven no le permitían estudiar porque querían que aprendiera un oficio y atendiera en la casa”.




“Mis papás son mi motor y el pilar de mi vida”

Por eso mismo, su madre siempre se sintió motivada porque su realidad no fuera la misma para sus hijos. “Comencé a estudiar desde que cumplí tres años, nunca perdía materias, crecí feliz. Eso sí, vivía en dos mundos, en mi casa mundo de sordos, en el colegio mundo de oyentes. Muchos se preguntarán ¿cómo es que aprendió a hablar? Lo cierto es que vivíamos en la casa de mi abuelita que no era sorda, así que ella se hizo cargo de estimularnos el habla. Conforme fui creciendo, mi mayor reto fue a la sociedad que las personas sordas tienen las capacidades y aptitudes para desarrollarse, siempre y cuando se les brinden las oportunidades para demostrarlo”.

Según CONADI, en Guatemala existen más de 1 millón 900 mil personas con alguna discapacidad y menos de 250 mil tienen un trabajo formal.




Mauricio es una persona tenaz y cuenta que desde pequeño ha luchado por cumplir sus sueños, pues sigue el ejemplo de sus papás. Hoy se ha convertido en un reconocido maquillista profesional en Guatemala y lucha día a día por cambiar la realidad de las personas sordas a través de su labor en la Asociación de Sordos de Guatemala (ASORGUA), junto a su papá. “Es algo que verdaderamente me mueve y me he dado cuenta que cada año las personas pierden el interés por aquellos que no son oyentes, como si fuese una discapacidad que les imposibilita trabajar y realizarse como cualquier otra persona, cuando la única diferencia radica en la forma en que se comunican. Hemos luchado durante 11 años por la inclusión y hemos tenido muchos logros significativos como poder lograr una interpretación en lenguaje de señas para la época electoral o haber lanzado un libro de lengua de señas que fue entregado al Ministerio de Educación para distribución en las escuelas. Logramos también lanzar a la primera candidata sorda en Miss Guatemala Latina. Ha sido un camino difícil, pero las metas ambiciosas se han logrado cumplir”.




Este joven guatemalteco ha hecho de este trabajo, su prioridad y su vida. Busca compartir lo más que pueda con sus papás, pues para él no existe mayor satisfacción que recibir una sonrisa de parte de ellos, por cada logro alcanzado. 

“No me gusta utilizar el término ‘normal’, una persona que no escuche no es anormal, simplemente se comunica de forma diferente”.   

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