Lucía de Molina es educadora especial, psicóloga infantil y madre. Hace más de 15 años trabaja con niños que padecen autismo. Ella no se imaginaba que, al tener a su primera hija, le cambiaría la perspectiva sobre esta condición de vida.
“Yo sentía que algo tenía mi hija, las sospechas fueron ciertas al realizarle los estudios. Mi hija tenía autismo”, contó Lucía.
La noticia le dio un giro a su vida. Lucía empezó a entender la lucha constante del cuidado de aquellos padres, que tienen hijos con autismo. Modificó su hogar para adaptarlo a lo que necesitaba su hija, brindándole un lugar seguro, donde pudiera desarrollarse con libertad.
Todo empezó en la sala de su casa, donde veía pasar terapista tras terapista que le ayudaron a adecuar el espacio, donde Constanza, su hija, podría aprender sin ningún problema. Aunque en el proceso, Lucía se percató que no todas las familias pueden hacer lo mismo que ella.
“Tuve que adaptar mi casa a los cuidados y terapias que necesitaba mi hija. Utilicé la sala para abrirles las puertas a otras familias y compartirles mi experiencia como profesional, y ante todo, los recursos que Constanza, tenía aquí”.
Proyectos de inclusión
En el camino se da cuenta que en el país existe muy poca inclusión para el autismo y, es entonces, por lo cual se propone lograr que haya más oportunidades en Guatemala.
“Me di cuenta lo que sufrían las familias guatemaltecas para poder suplir lo que necesita un niño con autismo”.
Lucía empezó a desarrollar proyectos de inclusión. El primero fue un libro que lleva el nombre de Ven, conoce mi mundo, en el que se les enseña a los niños a respetar las diferencias entre ellos. Esto le ha abierto puertas, para asistir a varios colegios e impartir charlas sobre el tema.
“He aprendido a través de este proyecto, que los niños no discriminan, si no que APRENDEN a discriminar”.
Esta experiencia le ha permitido colaborar de forma activa en la Asociación de Voces del Autismo, lugar donde se le brinda apoyo en proyectos que realiza para la inclusión. Siempre busca ayudar a padres a través de materiales que sean como soporte en la calidad de vida de los niños.
Creó un programa educativo, siendo su casa, sede de un colegio a distancia. Modificó todo el primer nivel y ahora recibe más de 20 niños entre semana y fin de semana. A cada niño se le da clases, tutorías, terapias y ante todo se les brindan herramientas a los padres para que puedan trabajar con ellos en casa.
Iniciativa Inclúyeme
La Iniciativa Inclúyeme no es una Fundación o Asociación con fines políticos o de captación de fondos. Es un ejemplo de perseverancia y lucha, para brindarles oportunidades a todas aquellas personas con autismo. Esto fue un proyecto que Lucía emprendió, en busca de proclamar el Día Nacional del Autismo.
“Me pareció muy buena idea, ya que en Guatemala no se sabe del autismo, y como madre, he sufrido en carne propia la discriminación hacia mi hija”.
A pesar de las burlas y oposiciones hacia la Iniciativa, Lucía consiguió el apoyo de organizaciones como “Un Paso a la Vez” de la periodista Sofía Lachapelle, Amigos por Escuintla, Asociación Krecer Guatemala, AGW entre otras. Casi un año y medio duró la redacción, Lucía realizó la la justificación y los objetivos; el Congreso de la República se encargó del articulado y considerandos de la ley.
“Lo mejor de todo fue la oportunidad de redactar esta iniciativa, para darle el porqué se le debe brindar oportunidad dentro de la sociedad a las personas con autismo. El Congreso escuchó la voz de cada niño”.
Esta iniciativa tiene como propósito crear identidad social, dar un espacio y reconocer esta condición de vida, llamada autismo. En Guatemala existe mucha desinformación, pero Inclúyeme busca educar a la población para que conozcan qué es el trastorno, cómo se está trabajando en el país y de qué son capaces los niños con autismo.
“Han tachado a mi hija de loca. Hay niños que no quieren jugar con ella, porque dicen que es rara”.
La lucha de Lucía por la inclusión no ha acabado, día a día busca transmitir mensajes positivos a las familias para que no se rindan y que sientan que es un orgullo tener un niño con autismo.
“Mi mejor libro del autismo, es mi hija Constanza”
Hoy, Constanza tiene seis años, es una niña alegre, habilidosa y con cualidades. Le gusta la música y en ocasiones sorprende a Lucía por la forma que toca los instrumentos. Es parte del grupo de gimnastas olímpicas en competencias, en las Olimpiadas Especiales. Sin lugar a dudas, es una niña que, a pesar de tener autismo, no ha sido limitada para explotar sus dones.
La vida de Lucía y Constanza sigue sin detenerse, no hay obstáculos que no puedan superar. La lucha de esta madre ha cruzado fronteras a través de esta iniciativa que es una realidad en el país. El Proyecto País para el Autismo: Iniciativa Ley 5394 Día Nacional del Autismo, convierte a Guatemala en uno de los primeros países latinoamericanos en reconocer el autismo a nivel nación.
“La OMS y las Naciones Unidas dicen que debemos abrazar y reconocer como nación el autismo”.
No debemos de ver el autismo como algo “caótico”, la vida de estos niños nos enseña para percibir las cosas de manera diferente. Invito a los guatemaltecos a apoyar historias como la de Lucía y Constanza, como inspiración a una inclusión con respeto y tolerancia.