La mayoría de deportistas sueñan con ser exitosos en alguna disciplina desde niños. Este, no fue el caso de Lucía Abadía, quien inició su camino al éxito cuando tenía tan solo 10 años.
Desde niña, su padre la inscribió a ella y a su hermano en un gimnasio de taekwondo, ubicado en la zona 1 de la capital.
“No me gustaba para nada, fue una etapa muy difícil porque fue como una ‘terapia de shock’ para mí y mi hermano con relación a lo que habíamos vivido”. Y es que Lucía sufrió de violencia doméstica hasta los 10 años.
Luego de lo vivido, Lucia se mudo con su padre, quien era hijo de un Coronel del Ejercito. Por lo que creció con una educación estricta, dejando establecido que solo saldrían de ese deporte hasta que consiguieran la cinta negra. “No podíamos salirnos, todo lo que empezábamos lo teníamos que terminar”, menciona Abadía.
Al pasar el tiempo, Lucía reconoce que el taekwondo les sirvió para crear carácter y tener disciplina. Debido a su deseo de salirse de ese arte marcial, Abadía se concentró para obtener la cinta negra, sin embargo sucedió algo que no esperaba.
Del odio al amor
“Con el tiempo me fui enamorando del deporte”, asegura Lucía. Luego de ver a Heidy Juárez en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, empezó a seguir el deporte en el país.
Así nació su sueño de participar en unos Juegos Olímpicos, siendo el primer paso a su objetivo unirse a la federación para entrenar en la escuela federativa. Ahora, Lucía forma parte de la selección nacional del deporte que lleva 15 años practicando.
“Estoy en el proceso para poder clasificar a Tokio 2020, primero debemos clasificar a los Juegos Panamericanos 2019 que se realizarán en Perú”, dice Abadía.
Además del deporte, Lucía está por iniciar su cuarto año de Derecho en la Universidad Mariano Gálvez (UMG). A pesar que lo ideal es dedicarse solo al entrenamiento, por las condiciones y oportunidades que hay en el país debe combinarlo con el trabajo y el estudio.
Se despierta a las 4:30 a.m., entrena desde las 5:15 por dos horas, después del entreno se dirige a trabajar hasta mediodía, para luego tener su segundo entrenamiento. Una rutina que no le permite tener entre sus planes ser madre, por lo que prefiere estar soltera.
Su pasión no le quita tiempo para ayudar
Para Lucía, el deporte ayuda no solo al tema de la delincuencia, sino también forma el carácter de la persona, les da valores humanos, los aleja del alcohol y las drogas. Por ello, tiene el compromiso de apoyar a quienes pueda.
“Formo parte de la Fundación para el Desarrollo Social (Fudesol)”, comenta Lucía, quien indica que sus instalaciones están ubicadas en Jalapa. En la institución se dedican al cultivo orgánico y que las personas puedan desarrollarse.
Hace un año, un grupo de monjas se contactaron con la fundación para solicitar su apoyo para niñas que han sufrido de abusos y violencia, expresa Lucía. “Tuve el honor de contarles mi testimonio como ejemplo que haber pasado por esa situación no significa que no se pueda superar uno en la vida”, afirma.
Abadía es parte de la junta directiva de Fudesol, por el tema del deporte les ayuda en lo que puede, como en recaudar útiles para las niñas. “Hay mucha gente mala en el mundo y sin educación, que no saben como tratar a sus hijos ni guiarlos”, concluye.