Los trastornos alimenticios son afecciones serias que se relacionan con conductas alimentarias persistentes, que afectan a la salud, las emociones y la capacidad de funcionar en áreas importantes de la vida. Aunque son más comunes entre los adolescentes y los adultos jóvenes, también puede afectar a las personas mayores, por lo cual debemos prestar atención.
Los tres tipos más comunes de trastornos alimenticios son la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno de alimentación compulsiva. Los otros son trastorno de rumiación y el trastorno por evitación o restricción en la ingesta de alimentos.
La anorexia nerviosa
Se caracteriza por un intenso temor a aumentar de peso y una percepción distorsionada del peso corporal o de la forma del cuerpo. Las personas con anorexia pueden limitar excesivamente las calorías que consumen o recurrir a otros métodos para perder peso, como ejercitarse en exceso; asimismo tomar laxantes o pastillas para adelgazar y el resultado es un peso corporal anormalmente bajo.
La bulimia
Las personas normalmente ingieren grandes cantidades de comida de una sola vez (alimentación compulsiva). Luego, impulsadas por la vergüenza, se deshacen de las calorías adicionales de forma poco sana, mediante vómitos.
El trastorno de alimentación compulsiva
Las personas que suelen comer compulsivamente ingieren demasiada cantidad y sienten que no tienen control sobre su forma de comer. Se cree que el trastorno de comer en exceso es el que más prevalece entre las personas mayores, quienes tienen las mismas inquietudes respecto a su imagen corporal que sus contrapartes jóvenes.
Un estudio descubrió que el nivel de insatisfacción con el cuerpo es constante entre las mujeres de toda edad y otro estudio observó que hasta las mujeres con peso sano dicen estar insatisfechas con su cuerpo y que “se sienten gordas”. La presión social por ser delgado se vincula con trastornos alimenticios en las personas mayores, igual que ocurre con los adolescentes y jóvenes. Esos sentimientos pueden sumarse a factores como estrés excesivo en la vida, problemas con la menopausia y temor ante los cambios que la edad causa en la apariencia personal.
El trastorno alimenticio generalmente se controla con un trabajo en equipo que incluye la perspectiva de los proveedores de atención médica, entre ellos, los profesionales de la salud mental y los dietistas. Aunque el tratamiento depende del tipo de trastorno, por lo general, implica enseñar sobre la nutrición, dar asesoría y volver a alimentar a la persona.
Otra alternativa puede ser la terapia cognitivo conductual porque puede enseñar a quienes padecen algún trastorno con la comida a mejorar sus hábitos alimentarios, a ser capaces de resolver sus problemas y a explorar maneras sanas de lidiar con los sentimientos y las situaciones de la vida.
Si necesitas ayuda con algunos comportamientos respecto a la alimentación o con sentimientos acerca de tu cuerpo, pide apoyo. Al buscar tratamiento, evitarás varias complicaciones de salud graves y prolongarás la vida. De igual manera, si es algún ser querido quien parece mostrar señales de uno de estos problemas, motívalo a hablar con un profesional de la salud.
Fuente: Dra. Bethanne Keen, psicóloga de Mayo Clinic en Scottdale, Arizona.