Los pasteles de Paty tendrán que esperar, pues ganarle al cáncer le consume su tiempo
A Paty, la vida le cambió de la noche a la mañana.
Ella se dedicaba a hacer lo que más le gusta en la vida: pasteles. Repentinamente y sin motivo alguno comenzó a sentir un dolor que le provenía de la espalda; preocupada, se practicó varios exámenes médicos como radiografías y mamografías, entre otros.
Se trataba de un cáncer que invadió su pecho, por lo que Paty sintió como si un balde de agua fría le cayó encima.
Luego de recibir tan lamentable noticia, tuvo que dejar de lado la masa, el fondant, el sabor a chocolate y cajeta, pues debían operarla de inmediato porque su cáncer era tipo 3.
El cáncer de seno en etapa 3 es un tumor que mide más de 5 centímetros o 2 pulgadas de ancho; por lo general, debe ser extirpado quitando el seno y los tejidos afectados.
Ella es una mujer de casi 60 años (en marzo es su cumpleaños) y admite que ha pasado por momentos muy duros desde que se sometió al tratamiento.
Su vida se llenó de náuseas, vómitos, sueño y mareos, y apenas lleva 8 quimioterapias de las 18 a las que le dijeron que debía someterse porque los médicos tienen que combatir cualquier célula invasiva.
A sus clientes les hacen falta sus pasteles. Ella es toda una artista y chef al momento de hacer una tarta de cumpleaños, boda o 15 años.
“Siempre me gustó la repostería, por lo que tomé clases por un año. Iba todos los sábados y como tenía una cafetería, practicaba haciendo mis pasteles, pero tuve que cerrarla por los asaltos y extorsiones”, relata.
Paty tiene siete años de hacer pasteles, por lo que aproximadamente ha elaborado unos 2,100. Pero la parte que más le gusta es la decoración, cuenta. “Los pasteles temáticos son los que más trabajo llevan, por lo que las figuras las hago una semana antes y mis pasteles, igual”, explica.
A Paty lo que le preocupaba era cómo iba a decirle a sus hijos que tenía cáncer. “Fue un duro golpe para ellos, pero también Dios iba a darles la fuerza y la ayuda necesarias”, comenta.
Y es que cada quimioterapia que recibe tiene un costo de aproximadamente Q6 mil, que ha pagado con ayuda de su familia y amigos que han organizado rifas y actividades para recolectar dinero por su vida. Puedes apoyar a Paty en este enlace.
Para Paty, los pasteles son su vida porque haciéndolos es como ha conocido a muchas personas.
“En cada pastel entrego una parte mía, ya que lo hago con amor. Antes del cáncer me desvelada haciendo pasteles hasta 2 de la mañana”, manifiesta.
Hoy ya no puede seguir con su rutina, pues la cansa mucho y le baja las defensas y así no pueden ponerle quimioterapia.
Paty recuerda que uno de sus pasteles más difíciles fue uno de Game of Thrones: “Me pasé toda la noche haciéndolo, hasta lloré porque no me salía”, indica sonriente.
Sin embargo, la mayor pasión de Paty es hacer pasteles para niños.
“Solo de ver la cara del niño cuando entrego el pastel me provoca mucha alegría”, agrega.
“¿Cómo he logrado llegar hasta acá?, pues con la ayuda de Dios”, contesta Paty. “He tratado de tener mente positiva y luchadora, ya que no me dejo vencer. Tengo que levantarme para que mi hijo vea que no me dejaré caer. Vivo el presente y lo gozo, feliz con mis nietos y mis hijos”, señala.