Leslie Pérez, de 38 años y con un sueldo mínimo, más comisiones, apoya a niños de escasos recursos en un área marginal de la zona 7.
Madre de 3 hijos, empleada en el ámbito bancario y fundadora de “Sonrisas con Amor”. Comparte su tiempo y dinero para sacar adelante a jóvenes que buscan una segunda oportunidad en la sociedad. “Las áreas marginales necesitan apoyo, tenemos gente buena que puede dar mucho por el país y se encuentran en esos lugares”, dice Leslie Pérez.

Tengo fe en mi país, creo mucho en el futuro de la niñez guatemalteca y que se puede erradicar la desnutrición”.
“Sonrisas con Amor” comienza en 2014 como un proyecto sencillo, brindando una esperanza de vida a los niños de la colonia Bethania y asentamientos aledaños. “Comencé en mi casa, luego se fueron acercando más hasta el punto de tener 32 niños en mi hogar. Ya no tenía capacidad para atenderlos y me dieron la idea de que les brindara un tiempo de comida. Por mi trabajo, solo llegaba martes y jueves a darles un discipulado”. comenta Pérez.

Un pan frío fue el encargado de unir la vida de la benefactora con sus nuevos niños. “Un día me regalaron un pan frío, el cual calenté y luego me acerqué a las casas a compartirlo. Desde ese momento me cambió la vida”, afirma.
Yo les daba su único alimento al día”.
Desde ese momento la vida de Pérez cambió y encontró su propósito de vida. “Me di cuenta de que para eso nací, ese es mi propósito de vida; no pido nada a cambio, eso me llena el corazón”, afirma Pérez.
Cinco años de existencia. “Sonrisas con Amor” ha sido posible por el sueldo de Pérez. “Por medio de mi salario pagaba las rentas y toda la estructura de todo el proyecto. Trabajé 14 años para Banco Industrial y cuando dejé mi puesto para poder dedicarme al proyecto, ellos me dieron una buena indemnización, la cual supe aprovechar”, comparte.

Todo marchaba bien hasta que los problemas financieros aparecieron. “Al principio era pura emoción, pero luego el dinero se acabó y con 92 niños a mi cargo ya no supe qué hacer. Me di cuenta de que no era fácil y entonces empecé a vender cosas para poder sacar dinero para la comida”, narra.
Mi hijo, en ese entonces de 9 años, me dijo que él sacaba sus juguetes para que yo los vendiera”.
La vida le dio otra oportunidad y con un ingreso de aproximadamente Q5 mil, Pérez nuevamente puede mantener su proyecto en funcionamiento. “Con mi comisión y parte de mi sueldo puedo pagar nuevamente el funcionamiento de mi organización, mensajería, 3 ayudantes, etcétera. La fe hacia el proyecto es lo que sostiene mi emprendimiento”, explica la emprendedora.

Sus hijos han sido su inspiración y motivación para ayudar a otros. “Tengo un hijo de 14, una nena de 10 y una bebe de 1 año. Mi hijo es el que ha estado conmigo en este proceso, quien también me ayuda. Mi exesposo se encarga de apoyar a sus hijos y por esa parte, gracias a Dios, estoy bien”, expone.
Ahorita tengo 70 chicos y quiero expandir operaciones”.
Un emprendimiento que es la salvación de los más necesitados. “Ahorita quiero ser una asociación para que las empresas puedan donar más productos o recurso económico legalmente, y así ‘Sonrisas con Amor’ pueda sostenerse por sí sola”.
Los chicos que están con nosotros deben estudiar duro”.
Becas, alimento y amor, es lo que encuentran estos chicos en Pérez. “De verdad, quiero que estos chicos tengan un mejor futuro; hay muchos jóvenes que son buenos estudiantes y desean ir a la universidad para luego optar un empleo digno”, señala.

Pequeñas acciones pueden hacer grandes cambios. “Si nosotros apoyamos a nuestro pueblo, nuestro país crece. Si se pueden hacer las cosas en Guatemala, no se cansen en tener fe”, asegura.