Vivían entre el lodo y los escombros. Esta familia no sabía qué era tener un techo, una fila de colchones viejos eran las paredes que los separaban del exterior.
Los piojos y las pulgas eran sus huéspedes. La chatarra acumulada se convirtió en sus más preciados tesoros. Los niños no sabían que más allá de los árboles había un mundo.
Pedro y María se conocieron hace 10 años y se enamoraron. Él solo tenía un terreno y nada más, pero a ella no le importó y se juntaron. Fruto de ese amor nacieron cuatro niños, de seis, cuatro, dos años y seis meses. Para mantener a su familia, se ha dedicado a la jardinería, aunque no gana lo suficiente para llevarles el pan diario.
La luz al final del túnel
La situación era deplorable. Al ver la escena en la que los niños estaban siendo criados, entristecía el corazón de cualquiera.
Patricia López, fundadora de la Asociación Gotitas de Amor y Misericordia, se enteró de la situación que vivía la familia Pelicó y no dudó en buscarles ayuda.
Fue un ángel en aquella oscuridad. Paty comenzó a tocar puertas y consiguió que la Municipalidad de Mixco y sus gotitas, como ella las llama, se unieran para cambiar la realidad de esta familia.
Veintiún trabajadores de la Municipalidad de Mixco trabajaron por tres meses en el terrero. Las personas se fueron sumando para construirles un nuevo hogar.
Después de no tener un lugar digno para vivir, ahora tienen una casa para comenzar una nueva vida. Un baño, habitaciones y un área para cocinar son algunos de los espacios con los que cuenta este lugar.
La realidad de la familia Pelicó cambió gracias a un buen corazón. Ya no sufrirán por el mal clima, ya no vivirán entre el lodo y ya no soñarán por una casa, porque ahora cuentan con una para vivir.