Marginalidad, violencia, pobreza, asesinatos, extorsiones, pandillas y abandono, son los elementos que diariamente se entremezclan en el lugar de trabajo de el Profe. Allí, en donde nadie vive, simplemente sobrevive un balón, que trae esperanza a cientos de jóvenes.
Es una de las colonias marginales más violentas y peligrosas de la ciudad de Guatemala, en donde en 2018 se reportaron 91 homicidios. Está catalogada como zona roja, donde los índices de pobreza son los más altos del departamento y el hacinamiento ha llevado a sus habitantes al borde.
Allí viven casi medio millón de personas y es un lunar clavado en los 43.5 kilómetros cuadrados de la zona 18. Hoy es uno de los semilleros del equipo de los “Capitalinos”.
Tres veces por semana, Jairo llega con sus 18 niños. Gorgorito en mano y balón al pie, la clase comienza en el campo de fútbol de Las Cruces. La colonia dista mucho de su natal pueblo de los brujos, Samayac, Suchitepéquez, tanto del clima como de la situación de inseguridad.
“Aquí no es tan caliente, pero sí es más difícil la vida, pues hay niños que ya han estado detenidos o han participado de actos delictivos”.- Jairo Marco, entrenador
De acuerdo con el alcalde capitalino, Ricardo Quiñónez, el programa en el que trabaja Marco es una de las 18 escuelas de fútbol que opera la Municipalidad de Guatemala desde hace diez años. En estas se atiende semanalmente a unos 6 mil niños y adolescentes en temas de deporte, para evitarles caer en la marginalidad.
“Los programas están enfocados para ofrecer actividades deportivas a niños y jóvenes en áreas de riesgo, para evitar que caigan en la delincuencia”.- Ricardo Quiñónez
Pero, trabajar en estos sectores viene con sus riesgos. A decir de Marco, algunos de los jóvenes con quienes trabaja están en riesgo de caer en las pandillas o tienen familiares que forman parte de estos grupos. Es común verlos que comienzan la escuela de fútbol y luego la abandonan por presiones de los grupos de mareros, pero la mayoría ve en estas actividades una oportunidad para sobresalir.
De acuerdo con el alcalde, debido a las condiciones violentas de estas áreas, se han registrado incidentes en los cuales los jóvenes han sido atacados. “Hubo el caso de un muchacho al que le dispararon cuando entrenaba, pero logramos atenderlo con los bomberos y la situación no pasó a más”.
Trabajar en El Limón, viene con sus riesgos y Marco lo sabe bien. Pero, en el balance se tiene una recompensa que nada le puede quitar, asegura el entrenador. “Estas escuelas son una esperanza para los niños que en apariencia estarían condenados a repetir los patrones de conducta que ven en su entorno”.
Así se convierten en Capitalinos
Las 18 escuelas, también cumplen otra función, una que da el acompañamiento al tema de evitar que los niños caigan en la marginalidad. Las escuelas ven hacia el futuro y aprovechan el talento de los beneficiados de sus programas.
Luego, de que la Municipalidad de Guatemala perdiera el equipo de Los Rojos, a manos de empresarios, la comuna creó uno nuevo. Se llama Capitalinos y es la apuesta de la Muni para volver a tener una agrupación, asegura el alcalde.
“Y estas escuelas de fútbol son los semilleros de este nuevo equipo que orgullosamente hemos llamado Capitalinos”, dice Ricardo Quiñónez.
De estas escuelas se selecciona a los mejores jugadores y se les da la oportunidad de ingresar a una de las ligas donde los Capitalinos tiene equipo. Como complemento, sostiene Quiñónez, anualmente se selecciona a los mejores jugadores para viajar a otros países.
“Para motivar a los niños y que se esfuercen en su deporte, cada año se envía al grupo de los mejores jugadores de las 18 escuelas a un viaje por Europa, para conocer más del deporte”.- Ricardo Quiñónez
Hoy, 6 mil niños, que tienen todo en contra, 3 veces por semana asistirán a una de las 18 escuelas de fútbol. Y quien quita, de El Limón o cualquier otra colonia podría salir el próximo Pin Plata, Pescado Ruiz, Marco Pappa o el recién fallecido Conejo Sánchez.