En un extracto del libro La Maldición del Bien, del periodista Alex Baur, resume lo que a su juicio son las irregularidades en el proceso legal y posterior condena del exjefe de la Policía Nacional Civil, Erwin Sperisen. Baur, quien es un reconocido periodista en Suiza, ha trabajado en medios como Neu Zürcher Zeitung y Tages-Anzeiger, así como revistas y corresponsalías en las Américas. Sus investigaciones han sido laureadas y es autor de varios libros.
En el extracto de su libro trata, entre otros, sobre el caso de Sperisen y otros reportajes que evidencian como: en el nombre de la buena causa, se comete y justifica las peores estupideces y los crímenes más atroces. El texto, que se divide en 13 capítulos, presenta una historia sobre el caso que se siguió en Suiza y dio como condena de 15 años de cárcel para el exjefe de la PNC. El recuento, que hace el autor, evidencia irregularidades y cómo se manejó mediáticamente el proceso, tanto en Guatemala como en Suiza.
Relata la captura de Sperisen y las implicaciones de la misma para su familia. Habla también de cómo se gestó la detención en Suiza de Sperisen y el rol que jugaron CICIG y la fiscalía de Ginebra. Presenta, además, un poco de historia sobre el gobierno de Óscar Berger y la toma de la cárcel de Pavón. Habla puntualmente sobre las investigaciones que inició CICIG por las supuestas ejecuciones. Detalla también cómo se le señaló a Sperisen de ser el autor de los crímenes, pero luego el tribunal de Ginebra los desestimó y ordenó fuera liberado. Para luego volver a ser detenido y vuelto a someter al fuero de los tribunales.
Entre cada uno de los procesos, el periodista explica cómo se modificaron los cargos, se manipularon testigos y se adecuó la justicia para condenar al exjefe de la PNC. “Confiaba en que el poder judicial de Ginebra encontraría una solución para salirse de esta confusión a más tardar en la segunda instancia. Estaba equivocado. En julio de 2015, el Tribunal Penal de Ginebra confirmó la condena contra Sperisen”.
También da cuenta como a la esposa de Sperisen, Elisabeth, quien residía en Suiza al momento de la captura de su marido, le fue anulado su permiso de residencia. La justificación de su expulsión fue: “Como ya no era posible vivir en matrimonio con un recluso en prisión preventiva, caducaba el propósito de la estancia de la mujer en Suiza”. Además, luego que se formulara la acusación contra el exjefe de la PNC, su cónyuge perdió su trabajo en la ONU. Oficialmente se dijo que su contrato no sería renovado, extraoficialmente se dice que se le ofreció renovar su contrato si se divorciaba de Sperisen.
En conclusión, el autor revela que el caso Sperisen fue diseñado como un proceso piloto para los libros de historia. Lo define como el punto de partida de un proyecto que se lleva elaborando por años en Ginebra. “Una especie de fiscalía mundial bajo los auspicios de la ONU, que lleva a juicio los delitos políticos capitales en todo el mundo y pone entre rejas a sus autores”.
Baur asegura que rara vez un juicio ha demostrado con tanta claridad la fragilidad de la justicia y los límites de la jurisdicción internacional. “No trata solo de un sospechoso que tuvo que ser liberado después de cinco años de detención preventiva porque no hubo suficientes elementos probatorios”, asegura.
A decir de Baur, el fiscal Yves Bertossa, de Ginebra, manipuló la investigación pese a haberse dado cuenta que no podía confiar en los testigos que acusaban a Sperisen. “Bertossa quiso dar ejemplo a cualquier precio, simplemente ignoró lo que no encajaba en su concepto”, asegura Baur.
Cuando una tesis de acusación se derrumbó, simplemente armó una nueva de los escombros. Y, quizás lo peor de todo, no había nadie que lo frenara. Alex Baur
A decir de Baur, los tribunales protegieron al fiscal y sus maquinaciones durante varios años. Además, asegura que este caso, sí se considera como un crimen jurídico, fue un crimen colectivo con muchos actores.