Desde el embarazo, la madre de Claudia Paola García sabía que su hija tendría una discapacidad. Era una mamá soltera y aunque tenía miedo por lo que se venía, lo enfrentaría con mucho amor y esfuerzo.
Claudia nació el 22 de junio de 1976. Fue diagnosticada con una enfermedad congénita, ya que tenía la columna desviada de nacimiento.
Vivió sus años de infancia como una niña normal, pero la deformidad comenzó a notarse a los 10 años de vida. Claudia llegó a tercero primaria y recibió algunas clases de mecanografía, pero las circunstancias hicieron que dejara sus estudios.
“La vida no fue fácil para nosotras, pero mi madre siempre me decía que tenía que salir adelante, que nada era imposible”, comentó Claudia.
La enfermedad no le permite a Claudia sentarse, agacharse ni engordar, por lo que padece de desnutrición y reflujo gastroesofágico. Los cuidados eran más necesarios y el dinero no alcanzaba.
Por ello, Claudia comenzó a vender paletas de caramelo en un supermercado de la zona 9. Pasaba parada desde las 14:00 hasta las 21:00 horas.
Vendían estuches para celular, pan de banano, caramelos y lo que podían para salir adelante y lo lograron. Sin embargo, en 2009, la madre de Claudia enfermó.
A pesar de haber sido una niña muy tímida, tuvo que salir de su mundo. Aparecieron en distintos reportajes y entrevistas en los cuales contaban su historia, también pedían ayuda para sufragar los gastos de ambas.
En ese año, su madre murió de cirrosis. Claudia recuerda que en la cama del hospital, le dijo que su mayor temor era dejarla, pero que sabía que ella nunca se rendiría.
“Ella trabajaba lejos para pagar mi cuidado, para que estuviera bien y no sufriera. Era una madre responsable, humilde y alegre. Mi mamá siempre fue la luz que me motivó a no rendirme”, comentó Claudia.
Madre e hija iban a aparecer juntas en una entrevista en la cual concursaban para ganarse una casa, pero ella se adelantó. Claudia apareció sola como la “soñadora solitaria”.
Un sueño por cumplir
Gracias a esa exposición, muchas personas se han acercado para ayudar a Claudia. Incluso, una señora le ofreció darle clases de pintura, un sueño que García tenía desde que era pequeña.
“Desde los siete años tengo el sueño de dibujar y pintar, pero la situación económica causó que mi mamá no me pudiera dar todo eso”, agregó.
La señora la dejó “decepcionada y con la ilusión”. Solo podía dedicarle 15 minutos al día y Claudia debía viajar desde su casa de siempre en ciudad San Cristobal, hasta zona 15.
“Lo bueno de la experiencia fue que ella me regaló todos los materiales, pinceles, pinturas y demás”, mencionó.
La tristeza era abrumadora para Claudia, quien había perdido el sentido de su vida. “Cuando falleció mi mamá me quería morir”, comentó.
Pasó de vender sus paletas en el supermercado a hacerlo en Pasos y Pedales los domingos en la Avenida Las Américas. Pero, sabía que debía hacer algo más para sobrevivir por sí misma.
“Dios es la parte más importante de mi vida, así que una noche le pedí una luz, que me dijera qué podía hacer”, contó.
De la nada, se le ocurrió explotar las redes sociales y contar su historia. Comenzó a promocionar sus productos en grupos de Facebook y la respuesta fue masiva.
Pero, Claudia tenía hambre de más, así que comenzó a pintar y cumplió uno de sus sueños más grandes. Su primer cuadro fue un lorito, el cual ha ido perfeccionando con el tiempo.
Además, participa en pláticas sobre pintura, en donde ha aprendido técnicas que, a pesar de su discapacidad, ha sabido explotar.
Un Mickey Mouse, una ventana con flores o un cohete son las pinturas más famosas de García. Se venden muy bien por medio de las redes, que es otro ingreso económico para la guatemalteca.
Sin embargo, el verdadero deseo de Claudia es trabajar. “Quisiera algo en donde pueda desempeñarme desde mi discapacidad, como contestar llamadas, recibir mensajes, recortar, pegar cosas”, mencionó.
Compartir su alegría
Cada día, Claudia mejora sus técnicas y sus pinturas se hacen más famosas. En todas las publicaciones, resalta su alegría y empatía con las que ha logrado superar sus obstáculos.
“Siempre hay que llevar una sonrisa, la gente no tiene la culpa de lo que uno está pasando. En mi caso, aprovecho cada oportunidad para ayudar, porque no soy la única que pasa por momentos difíciles”, dijo.
Claudia menciona que tiene mucho para agradecer. Pertenece a un grupo de personas con discapacidad, en donde se encontró con casos muy tristes, pero que al igual que ella, han logrado superarse.
“Al momento de entrar, le pedí a Dios no sentir lástima por los demás, que los viera como seres humanos, porque yo era alguien como ellos. Quise ingresar con mucha alegría para todos y se me concedió”, contó.
Al igual que muchas personas con discapacidad, opina que no deben ser ignorados, que es importante que tengan las mismas oportunidades que los demás.
“Merecemos oportunidades, un trabajo, porque entre nosotros hay mucha necesidad. Dios me ha bendecido con ayuda o donaciones, también pienso en plural y no en singular”, mencionó.
Entre las lecciones que Claudia ha aprendido en este camino, se encuentran el valor de la familia y que la discapacidad no es un obstáculo para quien tiene alegría en su mente y corazón.
Otro tema que Claudia resalta es la educación y enseñanza que se les debe inculcar a los niños sobre las discapacidades. “Hay que enseñarles a que respeten y traten con amor a todas las personas, especialmente a quienes tenemos una discapacidad”, dijo.
“A pesar de los límites, no nos rendimos. Hay quienes lo tienen todo, pero no son felices. La discapacidad no debe ser un obstáculo para nosotros, siempre hay quienes están dispuestos a ayudar, aunque sea a cruzar la calle o a donar”, finalizó.
Por ahora, Claudia disfruta su vida y los paseos que tiene la oportunidad de dar conociendo la ciudad. Se mueve por todas partes para buscar oportunidades y contagia su alegría.
Con la compra de un cuadro pintado por ella, puedes apoyarla para sufragar sus gastos médicos. El precio de cada uno es de Q250 sin marco, de tamaño mediano.
Además, puedes donar pañales de adulto para la comunidad de la marca Parents Choice en tallas grandes o extragrandes de bebés.