Clara Espinoza tiene 30 años y durante 8 laboró para una empresa de exportaciones, ya que, sin pensarlo, se quedó sin trabajo porque la compañía, debido al poco movimiento, se fue quedando sin oportunidades hasta que decidieron cerrarla.
Clara no tenía estudios universitarios y en lo único que había trabajado era como secretaria. No le preocupaba tanto el desempleo porque nadie dependía de ella, no tenía hijos y tampoco esposo. Vivía aún con sus papás.
Empezó a mandar su hoja de vida a varios lugares, pero no le salía la oportunidad deseada. En algunos trabajos le pedían estudios universitarios, otros idiomas y mayor preparación.
Pasaron seis meses sin que ella pudiera encontrar una fuente de ingresos, y ya estaba siendo una carga para sus papás.
Su mamá le dijo que por qué no se ponía a vender algo en internet y con eso podía pagar parte de sus gastos.
Los papás le compraron ropa de algunas maquilas para que la pudiera vender y hacer negocios.
Al principio, Clara tenía miedo de juntarse con las personas, de ser asaltada o secuestrada. La primera venta fue en un pequeño centro comercial, en la zona 1. La acompañaron sus papás para que no tuviera temor.
En la venta le fue bien, la primera clienta fue amable y todo salió como ella esperaba.
Así se dio cuenta de que le gustaba vender cosas y que con ello pagaría sus salidas al cine, a comer, entre otros gustos.
Tres meses pasaron sin novedades y ya había logrado juntar el dinero que en un inicio le dieron sus papás para la venta, comprar más ropa y pagar sus cuentas.
Una tarde, una clienta la citó en zona 1. Quería seis blusas que ya había escogido y el costo a cancelar era de Q500. Clara estaba emocionada, por lo que fue a dejar el producto. Le dieron los billetes y se fue, pero cuando llegó a su casa se dio cuenta de que los billetes eran falsos.
Clara estaba destrozada porque era dinero que ella ya había pensado en invertir. Sus papás la ayudaron para poder recuperar ese dinero y colocó la denuncia en Facebook, sobre la mujer que supuestamente estaba engañando a varias personas, pues ella no era su primera víctima.
Se repuso y decidió que continuaría con su venta.
Pasaron dos meses sin que Clara tuviera inconvenientes o sustos, todo iba muy bien; ya no solo vendía ropa, sino también bolsas y zapatos.
Una mañana, un hombre vio la publicación de Clara para comprarle bolsas a su esposa. La citó en zona 9 para que le quedará cerca a él del trabajo; ella accedió. Quedaron de juntarse a las 2 de la tarde; Clara llevaba 2 bolsas de más por si el hombre quería. Él llegó y empezaron a hablar, pero cuando Clara ya se sentía segura con él, este sacó un arma y le pidió el dinero y las cosas. Ella estaba asustada porque hasta el celular le quitó.
Llamó por cobrar a su casa para decir lo que había pasado.
Los papás la fueron a traer y la ayudaron para que pudiera recuperar su negocio, pero también le advirtieron que tuviera cuidado para evitar que volviera a pasar.
Clara aprendió su lección y ahora vende en internet, pero con una empresa de mensajería; incluso, ya vende al interior del país, pero con mayor cuidado.