Carlos William Herrera, es un bombero voluntario de 50 años, que tiene sirviendo a su comunidad más de 15 años.
Sin embargo, en poco tiempo su salud se ha deteriorado. Hace una semana entró en coma diabético.
Un día al salir de un turno, se fue a su casa, pero ya tenía taquicardia, llegó con su esposa y le dijo que debía ir a la estación a que le pusieran oxigeno porque se sentía muy mal. A Carlos, hace un par de meses le detectaron una varices, que para los médicos fueron un caso extraño, pues las tenía por fuera.
Ese día su esposa lo llevó a la compañía, ingresaron a las 9 de la noche, pero su condición no era la misma, le pusieron oxígeno y empezó a respirar con mayor tranquilidad, por lo que se fueron a su casa.
Al llegar, lo primero que le hicieron fue tomarle el azúcar, el resultado era desalentador, pues la tenía en 550.
No quería asustar a su familia y le dijo a su esposa que se durmieran, pero durante 45 minutos se levantó varias veces por la molestia, ella indicó que se fueran al hospital y Carlos aceptó.
Su rostro iba diferente, el color de la piel también, no era ese Carlos que su esposa había visto, sino que era muy extraño verlo tan decaído y pálido.
Cuando ya se iban, a Carlos, le empezaron a salir coágulos de sangre, pero no se detuvo, aun así quiso manejar la motocicleta. Llegaron y la doctora le dijo que tenía que hacerse unos exámenes para observar su salud.
La respuesta de la doctora fue desalentadora, pues al concluir los exámenes le dijo: “Don Carlos usted es un candidato para quedarse internado en el hospital, pues los 6 exámenes que le practicamos, salieron positivos a lo que estábamos buscando”.
Entonces, la doctora le colocó un suero con insulina, para poder bajar el azúcar alta.
Su esposa se preocupó más porque cuando estaba en la emergencia vio que no mejoraba, sino todo lo contrario.
Él se levantó al baño esa noche y estando allí se desmayó. Lo levantaron y llevaron otra vez a una camilla, en ese momento reaccionó.
Pero, al siguiente día observó que su esposo solo podía abrir y cerrar los ojos, pero cuando le hablaba ya no respondía.
Una doctora se le acercó a ella y le dijo que Carlos estaba un poco mal, que harían los trámites necesarios para trasladarlo al hospital de Quetzaltenango, pues lo tenían que pasar al intensivo.
Unos amigos que se encontraban en el hospital, le dijeron a su esposa que ayudarían a trasladarlo para hacerlo lo más pronto posible.
Cuando Carlos llegó al hospital lo colocaron en cuidados intensivos, pues ya no hablaba y estaba inconsciente.
Las muestras de cariño de muchas personas se hicieron presentes, su esposa doblaba rodillas a Dios para que cuidara a su esposo.
Pasaron unos días en los que pedían que él estuviera bien.
En redes sociales, las personas enviaban saludos, oraban por él, incluso hicieron una cadena para poder donar sangre para Carlos.
Y las oraciones fueron escuchadas, Carlos es un milagro.
El jueves pasado, Carlos regresó del coma diabético, y aunque el diagnóstico médico anunciaba la gravedad de la enfermedad, su esposa asegura que está vivo por obra de Dios.
Carlos ahora está en cuidados intermedios en el hospital de Quetzaltenango, ya habla y recibe visitas.
Su familia está agradecida con Dios por regresarles a su esposo.