Caso de Itzamara
La noticia de que Itzamara llegaría a su vida emocionaba cada vez más a Mónica. A pesar de que el proceso de embarazo fue complejo por todos los cambios en el organismo, también disfrutó del crecimiento de la niña en su vientre, así como lo vivió con su primer hijo. Estaba ansiosa por conocer a su hija y saber que faltaban solo dos meses para tenerla era su motivación.
Asistió a su cita con el ginecólogo, pero esta vez lo que podía ser un análisis más, sería algo que la dejó perpleja y conmovida. Al momento de realizar el ultrasonido, el médico le explicó que no se trataba solamente de un bebé, sino de dos. Mónica estaba emocionada al saber que tendría gemelos, situación que jamás imaginó.
Pocos minutos de felicidad
Para Mónica era una sorpresa lo que estaba ocurriendo; sin embargo, la noticia no era tan positiva. Se trataba de un “fetus in fetu”, más conocido como “gemelo parásito”. Este fenómeno corresponde a una rara alteración en el desarrollo embrionario, en el cual las células que van a conformar a los hermanos gemelos no se dividen en el momento adecuado, ocasionando que los dos embriones crezcan de manera asimétrica.
Ese tipo de alteraciones no son muy comunes, pero lamentablemente a Mónica y su esposo Yamil, les fue asignada una batalla en la que el amor y la esperanza serían sus más fuertes armas.
Lo increíble de este caso es que el fenómeno fuera detectado en una etapa previa al nacimiento. En general, se logra detectar cuando el niño ya nació, incluso, años después se ha confundido con un tumor y al momento de extraerlo se ha descubierto que era un pequeño feto.
Momento crucial
El cirujano Miguel Parra fue el profesional que estudió el caso y tomó la decisión de realizar una cesárea para que Itzamara naciera en la semana 37 de embarazo y extraerle a su hermano.
“En este caso, a la bebé la sacaron en la semana 40, porque su hermano seguía creciendo e iba a lastimarla”, explica el especialista.
Sin corazón ni cerebro
El pequeño feto ubicado en el vientre de Itzamara tenía desarrolladas las extremidades, poseía cordón umbilical y estaba rodeado de líquido amniótico; sin embargo, carecía de corazón y cerebro. Lo único que permitía que viviera era su hermana.
Con apenas 24 horas pasadas del nacimiento de Itzamara, los médicos procedieron a realizarle la inédita cesárea. Afortunadamente todo salió bien para la pequeña.
El caso de Itzamara ha asombrado y conmovido a muchos, pero no es el único, han habido varios, lamentablemente no todos son notificados en la etapa previa al nacimiento, sino muchos años después. El avance tecnológico ha permitido que este tipo de situaciones extraordinarias se sepan lo más pronto posible para evitar cualquier pérdida.
Fuente: Generación Impacto