Ángela María Pérez García es una odontóloga que se graduó en 2011, en la Universidad Mariano Gálvez. Siempre soñó con tener un trabajo en el que pudiera servirle a las personas, pero principalmente tener ese contacto con los seres humanos y conocer qué había atrás de sus historias.
Cuando se es dentista, se conocen secretos de los pacientes, vivencias, temores y, por supuesto, se busca crear un vínculo para que ellos confíen en lo que se está haciendo.
Otra de las razones por las que Ángela Pérez decidió ser dentista fue por la independencia que se tiene, ya que se puede adaptar a sus propios horarios y atender así a quien lo necesite.
Pero no todo ha sido fácil, pues en un principio dudó si era lo que realmente quería. En los inicios de su carrera tuvo una carga manual para poder hacer cada uno de los procedimientos; aprenderse todo lo que decía en los libros no era problema, pero cuando ese conocimiento se tenía que llevar a las manos se le dificultaba, pues veía cómo a sus compañeros cada trabajo les quedaba diferente, pero eso no la detuvo. Ángela Pérez siguió practicando para poder desarrollar la habilidad y cada vez que algo le costaba lo hacía varias veces, para irse acostumbrando a la manera en que se hacían las cosas.
Ángela siempre quiso tener su clínica.
El primer trabajo que Ángela Pérez consiguió fue en una clínica muy conocida, donde empezó a hacer sus primeros procedimientos, sola, pero tenía claro que su objetivo era perfeccionar su técnica y valorar que cada sacrificio cuesta, reconocer que iba a aprender algo que tenía que saber toda la vida. Cada vez que le tocaba trabajar con otros profesionales, conocía un poco más de lo que ellos hacían.
Su papá fue vital en el trabajo que hace Ángela Pérez, pues él le puso su primera clínica en su casa. Era un consultorio pequeño, pero ya era propio. “Cada vez que iba, más me enfocaba en que quería crecer y poder tener más lugares para servicio”, cuenta.
Aparte de tener su propia clínica, también decidió trabajar con una odontóloga de mucho conocimiento. Allí aprovechó la oportunidad y cada vez conocía cosas diferentes, técnicas especiales y a tener más confianza en ella misma.
Ángela Pérez aprendió que cuando tuviera su propia clínica, agarraría todo lo bueno que había aprendido en otros lugares y que las cosas malas las dejaría por fuera.
Su clínica propia
Ángela Pérez logró cumplir su sueño al abrir su propia clínica: Cool Dent es el primer consultorio que inauguró. Al principio tuvo dudas, pero no dejó que el miedo le ganara.
Han pasado varios años desde que cumplió su sueño, pero eso no fue todo. Ahora tiene dos clínicas, en las que atiende a sus pacientes: una está en zona 18 y la otra en zona 6.
Una de las situaciones que ha venido trabajando es el miedo que muchos pacientes tienen de ir al odontólogo, por lo que se ha encargado de ir ganándose la confianza de cada uno de ellos y así se puedan sentir cómodos acudiendo al dentista y que no sea una experiencia traumática.
Muchas veces uno se siente mal porque hay casos en que quisieras hacer 100 por ciento lo que pide el paciente, pero no se puede; eso frustra un poco, pero también sé que si uno los satisface en un 95 por ciento ya es bueno porque una hace su mejor esfuerzo y las personas se van contentas”. Ángela Pérez, odontóloga.
Uno de los recuerdos que tiene Ángela Pérez es sobre una paciente que se tenía que hacer una operación del corazón, pero para hacer un procedimiento de esa naturaleza se tiene que pasar por todas las ramas de la medicina y una de ellas era la odontología. Ella la atendió y a los meses la pudo ver de pie afuera de su clínica, ya con la operación de corazón practicada y con mejor salud.
Pérez García quiere seguir luchando por tener más clínicas y así poder ayudar a más personas; además, desea que sus pacientes puedan estar tranquilos y continuar con sus tratamientos.