Alicia Escobar, de 34 años, es una arquitecta que proviene de una familia con buen estatus económico. Siempre se caracterizó por tener las mejores notas, ser la primera de su clase y hasta dio el discurso en su acto de graduación.
Muchas personas la apreciaban pues buscaba siempre tenderle la mano a quien lo necesitara. Sin embargo, en su trabajo era difícil porque sus compañeros eran conflictivos. Escobar laboraba en una firma de arquitectos, que tenía proyectos grandes, como la construcción de apartamentos, hoteles y otros. Era de las pocas mujeres que trabajaban allí.
La joven arquitecta, que empezaba labores ya tenía un contrato para ejecutar, lo que provocó el enojo de una de sus compañeras, quien ya tenía años de estar trabajando en la empresa.
La carrera de la arquitecta ascendió y cada vez tenía más proyectos.
En un proyecto trabajó con “Carmen”, quien le puso trabas a Alicia, para que fallara y decía que no cumplía con su trabajo. Dos años después, tuvo un problema con su jefe y la despidieron.
Así que Alicia se encargó de los proyectos que su compañera dejó.
Repentinamente, la profesional se enfermó. Le dolía mucho la cabeza, tenía fiebre, no sabía lo que le estaba pasando, entonces fue con el médico, quien la examinó, pero todo parecía normal.
Pero, la salud de Alicia empeoraba. Le dolía el cuerpo, las piernas, tenía fiebre y náusea. Ya no sabía qué hacer porque se sentía agotada y angustiada porque no mejoraba. Por su enfermedad dejó de trabajar, así que su familia se encargó de los gastos médicos y tratamientos.
Su madre estaba tan desesperada que acudió con una “curandera” que le dijo que Alicia había sido víctima de un “entierro” y que eso estaba deteriorando su salud.
La “curandera” le dijo a la mamá de Alicia lo que debían hacer, para que ella mejorara. Le recomendó encender velas de varios colores en diferentes iglesias, además de esparcir un tipo de tierra en su casa.
La madre de Alicia llegó muy contenta a contarle a su hija que ya tenían una solución a lo que estaba pasando, pero ella estaba en desacuerdo.
Escobar estaba en una silla de ruedas, porque al moverse le causaba dolor en todo el cuerpo.
“Cuando me movía para componer la silla, sentía que se me quebraban los huesos, me dolía hasta respirar. Mi mamá tenía razón porque no era normal mi condición, estaba postrada porque me hicieron brujería”. Alicia Escobar.
Escobar se sometió a tratamientos muy duros y se bañó con sal, los cuales aparentemente causaron que los síntomas disminuyeran.
Para el sacerdote Ricardo Martínez el mal sí existe, pero hay formas de repelerlo.
“El mal existe, pero Jesús Eucaristía es la única fuerza que se necesita en la vida. Hay que estar en constante unidad con Dios para no dejar que el mal llegue a la vida de alguien. Se necesita mucha oración para no dejar que el enemigo ataque”. Ricardo Martínez, sacerdote.