De la nada, y por pura inspiración, decidí ir a ver Toy Story 4. En España se estrenó el 21 de junio y, como cosa rara, fue recibida por bastante más público español que otras películas norteamericanas. Aunque no soy mucho de dibujos animados, o animación por computadora, como es este caso, Pixar suele tener productos entretenidos que ayudan a pasar el tiempo sin comprometer mucho intelecto. O al menos eso pensaba yo hasta que la vi.
Creo que el primer valor que resalta la cinta es la amistad. Aquella responsabilidad de cuidar a los amigos por encima de nuestra seguridad porque se les ama, como son, con sus grandes diferencias. Y estos, son otros abonos de la cinta. Que, aunados a la incondicionalidad, va sumando, uno tras otro, sentimientos ejemplares que de alguna manera tendrán que calar en quienes vean la película. Ojalá. La nobleza del espíritu es algo que parece del siglo XIX y muchos se jactan de no poseerla.
Aquellos personajes ficticios representan, esencialmente, el interior escondido en el corazón del público. Los guionistas han hecho un buen trabajo ya que, en el desarrollo de la acción, surgen uno tras otros la solidaridad, honradez, inocencia, y no es que esta última pese como lastre en la génesis de cada personaje, si no que va tomada de la mano de la valentía y conceptos como el honor, el peso de la palabra dada o el adeudo duradero. ¿Cómo no quedarse prendado y cómo no sentir a la par de ellos?
No todo es color de rosa en la cinta. La pérdida de quienes queremos hay que asumirla y con ella, algunos goterones deslizados furtivamente por las mejillas. Y no se piense que la obra es cursi o se vale de recursos estandarizados. En realidad, apela a los buenos sentimientos y estos brotan por todos lados. Me gocé la película y la recomiendo. Además, todo el trabajo técnico es impecable y con él, el arte general del conjunto. Consiguieron un realismo apreciable.
Con las celebraciones del padre y el maestro todavía frescas, no puedo dejar de pensar en la situación política que está viviendo Guatemala. Infiero la calidad de políticos que tendríamos si estos se apropiaran de los valores que nacen en el seno del hogar y la escuela. Si estos hombres y mujeres enfrentaran sus misiones de manera proba, digna y respetable. Con conciencia a de la vida de a quienes gobiernan. Quizás más de alguno de ellos debería darse una vuelta al cine y meditar.