Hace unos días me percaté de una pequeña cadena que se quizo hacer viral en las redes sociales.
Una niña de seis años llegó a una librería y se percató de un libro horroroso. Se trataba de unos “chistes” ofensivos en contra de las mujeres.
– ¿En qué se parecen las chicas a los peces?
– En que todo sirve menos la cabeza.
Se leía en una de las páginas del libro que llegó a sus manos. La niña no dudó en darle la queja a su mamá quien lo dejó en manos del encargado de la tienda, sin antes decirles que no era un libro ni apto para niños ni para adultos. En pocas palabras: era ofensivo en todas sus letras y expresiones.
El caso llegó a Facebook y no se hizo tan viral como hubiera sido útil para hacer conciencia en varios aspectos que creo vale la pena reflexionar:
- La librería se disculpó de inmediato y alegó tomar cartas en el asunto para retirar los volúmenes que aún estaban disponibles.
- La persona que lo denunció sugirió revisar, al menos, el argumento de sus libros para no caer en el tremendo error y vergüenza.
Pero la lección más valiosa de este suceso es la valentía de la niña y de su madre en denunciar lo que estaban vendiendo.
Al leer los chistes del libro me percaté que muchos de ellos los han contado en mi presencia. Y hasta hoy, a mis 34 años tengo el valor de no reírme y de mostrar mi descontento ante cualquiera que los cuente.
No quiero que mis hijas lleguen a mi edad para desatar la valentía que necesitamos las mujeres. Quiero que se defiendan como esa niña de seis años y que empiecen a hacer valer sus derechos desde ya.
Hace unos días Plaza Pública hizo un excelente trabajo de periodismo de datos. Analizaron las planillas de cuatro ministerios y descubrieron que las mujeres ganaban el 25% menos que los hombres.
El análisis se hizo a partir de una base de datos con 37,299 nombres y sueldos de trabajadores públicos.
En Jalapa, de donde soy originaria, las comadronas cobran Q25.00 si es el parto de una niña y Q40.00 si es el e un niño.
A una amiga le quisieron vender el repuesto de su carro tres veces más caro de lo que costaba. Cuando ella alegó y le dijo que ella sabía perfectamente el costo de esa pieza, la respuesta del vendedor fue: “es el precio por ser mujer”.
Y así puedo contar muchas historias más que denigran nuestra naturaleza. Las mujeres somos valiosa para la existencia humana y el complemento masculino.
No somos el sexo débil, basta de pensar que las capacidades dependen de un género.