Por: Elena Gaytán / Asociación la Familia Importa
En los primeros días del año, ya se habían activado 590 alertas Alba Keneth por menores desaparecidos (más de 200 continúan activas) y el Ministerio Público reportaba 3 mil 200 denuncias de violencia contra la mujer. Son cifras alarmante para apenas el inicio del 2021. En las últimas semanas, la conversación ha girado en torno a la ola de violencia que lamentablemente, ha dejado como víctimas a muchos guatemaltecos de todas las edades.
¡Y cómo no, si muchas familias están de luto! Noticias de asesinatos y secuestros ocupan los titulares y mientras parece que muchos se vuelven inmunes a ellas, menos sensibles hacia la muerte, la normalización de violencia hacia la persona nos debe indignar fuertemente, porque simplemente arrebatar o dañar una vida inocente no es ni debe ser la “nueva normalidad”.
No es normal que de enero a noviembre de 2020 se hayan registrado 3 mil 152 muertes violentas (víctimas hombres y mujeres), más de 9 mil 212 denuncias por delitos de violencia sexual y 300 denuncias por trata de personas. (1). A eso, sumemos los 73 millones de abortos inducidos que el Guttmacher Institute reporta anualmente en el mundo (2). Atentar y vulnerar el derecho a la vida de los guatemaltecos no es normal.
En un contexto como este, ¿qué tan cierta es entonces la frase “Toda vida importa” en Guatemala? ¿Será una frase trillada o ideologizada? ¡Es completamente cierta y para nada ideologizada! La protección del más vulnerable e inocente no es ideología, es humanidad. Decir que toda vida importa es simplemente expresar la realidad y sentido común.
Por supuesto que es difícil decirla al contrastarla con la realidad, pero el hecho de que exista violencia en las calles, que las cifras de abuso sean tan indignantes no quiere decir que la vida humana no sea valiosa. Al contrario, ese mismo valor que tiene la vida humana debe ser la motivación para convertir la frase “Toda vida importa” en una realidad para todos los guatemaltecos. Toda persona merece protección en todas sus etapas de vida, sin importar su sexo, edad o condición socioeconómica.
Está claro que se necesita una mayor presencia y compromiso estatal e institucional para solucionar esta problemática desde la raíz, con propuestas y estrategias realistas que mejoren el acceso a servicios básicos de salud y educación en todo el país, mayores oportunidades de empleo para todos, justicia pronta y cumplida, persecución del delincuente, pero más que nada, políticas que estén encaminadas a fortalecer y proteger a la familia y el matrimonio, refugios en los que se forja el futuro de un país.
Se preguntarán, ¿por qué la familia? Porque su impacto positivo en la sociedad se puede ver en todo sentido: económico, emocional, psicológico y demás. Un núcleo familiar fuerte, unido y estable será un núcleo familiar libre de violencia y maltrato, será un núcleo familiar en donde el niño pueda desarrollarse física y mentalmente de forma digna. Está comprobado que un matrimonio y un hogar unido reducen índices de violencia, maltrato y pobreza (3).
El bienestar de una sociedad depende de sus familias y este debe comenzar desde el primer instante de vida: la concepción. Pero no termina ahí, continúa durante la infancia, en la adolescencia y hasta la vejez. Constituciones, legislaciones, tratados y convenciones de derechos humanos reconocieron en un inicio la importancia de la vida y la familia. ¿Por qué no hacerlo nosotros los ciudadanos?
Comencemos por nuestro círculo de acción, nuestras propias familias, el lugar de trabajo, nuestras redes sociales. Informemos sobre la dignidad humana, el valor incalculable de la vida, la complementariedad entre hombre y mujer, el fortalecimiento del matrimonio, la importancia de prevenir el abuso desde el hogar, la imperante batalla contra la pornografía y la necesidad de promover una cultura de denuncia hacia el delito y el mal.
Que nuestra indignación se traduzca en obras para erradicar las causas de la violencia desde su raíz. Pongámosle fin forjando una cultura de vida y respeto y no en la pretensión de atacar consecuencias cuando ya es demasiado tarde. Es momento de dejar la indiferencia hacia el dolor del prójimo; hacia la realidad que miles de guatemaltecos viven.
Si toda vida importa, entonces necesariamente, la familia importa.
Elena Gaytán. Guatemala. Es Licenciada en Periodismo y Comunicación por la Universidad del Istmo de Guatemala. Ha trabajado como reportera y presentadora de televisión en diversos medios de comunicación nacionales e internacionales; y colaborado con proyectos de periodismo y participación ciudadana con embajadas en el país. Actualmente, es la Directora de Comunicación de la Asociación La Familia Importa (AFI), supervisora de prácticas profesionales de periodismo, fotógrafa, columnista y activista ProVida y ProFamilia.
Referencias:
- Policía Nacional Civil, Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif), Secretaría contra la violencia, explotación y trata de personas (SVET), Procuraduría General de la Nación.
- Bearak J et al., Unintended pregnancy and abortion by income, region, and the legal status of abortion: estimates from a comprehensive model for 1990–2019, Lancet Global Health, 2020, http://www.thelancet.com/journals/langlo/article/PIIS2214-109X(20)30315-6/fulltext. https://www.guttmacher.org/es/fact-sheet/aborto-inducido-nivel-mundial#.
- Asociación Familia Desarrollo Población, FADEP. ¿Por qué el matrimonio importa? Septiembre de 2014. Recuperado de: https://observatorio.campus-virtual.org/uploads/34116_Fadep_Matrimonio-importa-2014.pdf