Necesitamos poner atención a nuestra salud, especialmente para descartar cáncer de mama que año con año cobra muchas vidas. Tocarte un poquito para examinar detenidamente tus senos puede cambiar la historia de cáncer de mama en tu familia.
No nos enseñaron a acariciar nuestro cuerpo, ni siquiera para hacer una autoevaluación. Pero se hace necesario, especialmente para quienes ya rondamos los 40 años. Los estudios indican que la auto exploración puede hacer la diferencia para diagnosticar y empezar a tiempo el tratamiento.
Es increíble, que en pleno siglo XXI siguen existiendo muchos mitos que vale la pena desechar, perder el miedo e incluso preparar a nuestras hijas la manera adecuada de combatir el cáncer de mama.
Exploremos juntas estas cinco percepciones erróneas:
Solo le da a las mujeres con mucho busto. Es cierto que las mujeres con pechos grandes tienen más elevados sus niveles de estrógenos, sin embargo el tamaño no es determinante. El cáncer de mama le puede dar a una mujer con poco o mucho busto.
- Solo le da a quienes no dan de mamar. No, el cáncer puede presentarse tanto en madres que han practicado lactancia como mujeres que no han tenido hijos. Si bien la lactancia protege del cáncer, al finalizar el periodo el riesgo está presente.
- Solo les da a las mujeres de más de 40 años. Falso. El cáncer es una enfermedad que no distingue edad ni raza. Es más, muchas jóvenes han sido diagnosticadas.
- Estoy libre porque no hay antecedentes familiares. Lamentablemente esto no es un hecho real. Solo un porcentaje bajo existen casos familiares, pero si alguien directo como la madre o una hija lo ha padecido, el riesgo aumenta y es necesario iniciar los chequeos frecuentes.
- Solo las mujeres padecen de cáncer de mama. No, hay hombres de diferentes edades que también llegan a desarrollar la enfermedad.
El autoexamen
A partir de los 40 años es necesario intensificar los controles médicos anuales para descartar que los cambios hormonales puedan acarrear un diagnóstico de esta naturaleza. Pero como se dijo, la enfermedad no se limita a una edad en particular, por eso es importante tocar las mamas para ver si hay alguna anomalía en ellas.
¡Manos a la obra! Para empezar quítate la ropa y el sujetador. Párate frente al espejo y deja caer tus brazos a los costados. A continuación, observa detenidamente cada uno de sus senos. Tómate tu tiempo y mira si ves arrugas, hoyuelos o alteraciones en el tamaño, la forma o la simetría de cada uno. Detente en los pezones, mira si se ven hundidos o si hay alteración en el color.
Levanta los brazos y sigue observando. Párate de lado y observa debajo de la axila. La idea de la evaluación ocular es que notes si hubiera alguna alteración de color, forma o algo que sobresalga en alguno de ellos.
Luego, usa las manos para examinarte las mamas. Empieza en el pezón y dirige tus dedos hacia el lado opuesto. Este procedimiento puede ser más efectivo en la ducha, enjabona los dedos y las mamas para que los dedos se deslicen más suavemente sobre la piel.
Finalmente, presiona con las palmas mientras mueves tu mano alrededor de todo tu pecho. Si hubiera alguna área que presente dolor inusual repite el procedimiento y con las yemas de los dedos examina la parte donde hay dolor. Examina el otro lado.
¿Cuándo ir con al médico?
Después de tu autoevaluación es prudente que acudas al médico, especialmente si encontraste algo que no te parece normal como:
- Un bulto duro cerca de la axila.
- Cambios en la forma en que se ven o se sienten las mamas, incluidos un engrosamiento o una pesadez notable, diferentes al tejido circundante
- Hoyuelos, arrugas, protuberancias o crestas en la piel de la mama
- Un cambio reciente en el pezón: se retrae (invierte) en lugar de sobresalir
- Enrojecimiento, sensación de calor, hinchazón o dolor
- Picazón, escamas, llagas o erupciones
- Secreción sanguinolenta del pezón
Antes de que tu mente juegue en contra y te llene de miedo, piensa que no debes alterarte. Antes de un diagnóstico hay muchos exámenes que el médico recomendará, así que hasta este momento no creas que ya todo está dicho.
El miedo es uno de los factores que más paralizan física y emocionalmente, así que bajo ningún punto de vista permitas que te gane la batalla. Más bien empieza a buscar historias de mujeres que han salido adelante después de su tratamiento.
Personalmente conozco amigas que han superado el cáncer de mamá, curiosamente las dos tuvieron el valor de encontrarse con un diagnóstico temprano que les permitió empezar un tratamiento a tiempo. ¡Así que ánimo! En tus manos –literalmente– puede estar la ruta para encontrar la solución.
“Combatimos el cáncer con todo tipo de cosas, pero se nos olvida el amor. Podría ser la mejor arma de todas”
Regina Brett