No hay quien cuente mejor esta historia, que quienes la vivieron. Los que no habían nacido en aquel año no tienen idea de lo que pasó en minutos. Si conoces a algún sobreviviente de la tragedia pregúntale y escúchalo atentamente, que ellos tienen la experiencia con cicatrices en el cuerpo y en el corazón.
Después de 44 años de la mayor tragedia provocada por la naturaleza en Guatemala, nuestro país recuerda a las miles de almas que dejaron este mundo en aquella terrible madrugada. En algunas familias no hubo muertes que lamentar, mientras otras, desaparecieron casi en su totalidad.
Eran las 3:03 a. m. de aquel 4 de febrero de 1976, cuando el frío se acompañó de un movimiento telúrico con magnitud de 7.6 grados Richter. Su epicentro fue a 160 km al noreste de la capital, en Izabal y se originó por la falla del Motagua que atraviesa el 86 por ciento del territorio nacional.
Datos fríos que refuerzan el recuerdo de los gritos de auxilio, llantos y ruidos de las casas que caían, fueron atroces. Hasta al amanecer empezaron los trabajos de los cuerpos de socorro y de las propias familias, que con desesperación buscaban a sus familiares debajo de cientos de escombros.
Aquella terrible noche dejó alrededor de 23 mil personas fallecidas. Una tragedia que no distinguió estatus o color de piel. Sin embargo, los sectores más humildes fueron los más afectados.
Aparte de los fallecidos, más de 75 mil personas sufrieron heridas de gravedad y hubo 3.4 millones de damnificados. Además, 258 mil casas quedaron destruidas, aquello parecía una zona de guerra, en donde la sangre se mezclaba con las lágrimas y el polvo.
Temblores
La tierra en Guatemala parece no sanar, luego del terremoto de 1976 han existido otros fuertes temblores. Afortunadamente, para los guatemaltecos, los daños y las bajas humanas no se comparan a las de aquel día.
En 1985, el terremoto de Uspantán en el departamento de Quiché, tuvo una magnitud de 5.0 que resultó en la destrucción del 80 por ciento de los edificios en Uspantán. El 23 de febrero de 2010, el área afectada fue San Mateo Ixtatán, con un sismo de magnitud de 5.3 grados Richter.
Uno de los más recordados es el del 7 de noviembre de 2012, aquel día un terremoto con magnitud de 7.4 grados en la escala de Richter, ocurrió en San Marcos.
Este es el sismo más fuerte que se ha registrado luego del terremoto del 4 de febrero de 1976. Los departamentos más afectados fueron San Marcos, Quetzaltenango, Sololá, Retalhuleu, Totonicapán, Quiché, Huehuetenango y Suchitepéquez, en aquella fecha hubo 44 muertos.
Actualmente, el territorio nacional sigue despierto. Pareciera que la tierra le hace un “homenaje” al terremoto del 76, luego que el domingo 2 de febrero de 2020 se reportó un sismo a las 21:48 horas con una magnitud de 3.2 con un epicentro a 27 kilómetros de Salamá.
Otro temblor se reportó a las 21:32 horas con magnitud de 4.1 grados en las costas de Suchitepéquez, minutos después se sintió otro sismo de 3.4 grados, a 36 kilómetros de la capital, en el departamento de Jalapa.
El 3 del mismo mes, un día antes del aniversario del terremoto, otro movimiento sísmico se reportó sensible en varios departamentos de Occidente. Conred indicó que tuvo una intensidad de 4.7 grados y con un epicentro a 11 kilómetros de El Semillero, Escuintla.
Al parecer, la tierra está recordando a todas aquellas madres, padres, hermanos, hijos, amigos y conocidos, que aquel día se durmieron y ya no despertaron. Sin embargo, sus raíces crecen día con día, en una Guatemala fuerte en sus personas.