¿Te crees influenciador porque subes fotos bonitas y recibes cosas gratis? No te mientas a ti mismo.
Instagram se ha convertido en la red social más popular en el mundo, al menos 60 millones de usuarios se encuentran registrados y el número parece ir aumentando.
Desde su surgimiento fue más que una simple red social, el concepto bajo el cual fue creada fue bien digerido por los usuarios, y, con el tiempo, blogueros y diversas marcas comenzaron a verla como una plataforma de comercialización y mercadeo digital. Varias personas lograron alcanzar millones de seguidores por sus fotografías, lo que les permitió tener un acercamiento con algunas empresas que buscaban en ellas, una manera de vender sus productos ante su cantidad de seguidores.
Al inicio parecía ser todo tan perfecto para estos pocos, que varias personas quisieron incorporarse a este modelo de “negocio”. A varios les funcionó, algunas marcas lograron aumentar su popularidad, otras tantas fueron engañadas.
Estos usuarios hoy se multiplican, se hacen llamar “influencers”, mientras que no se les conoce por algún aporte a su sociedad o porque cumplen un papel importante en su comunidad o ámbito laboral. Ellos buscan hacerse millonarios por solo compartir fotografías agradables y tener miles de seguidores. Qué fácil ¿no?
Lo cierto es que con los años se descubrió la verdad de algunos de estos usuarios, varios compraban seguidores, alimentaban sus perfiles con falsedad y aún así, seguían percibiendo ingresos mientras que las marcas invertían en vano. Ahora, colocamos la pregunta ¿qué pasaría si Instagram dejara de existir? ¿Seguirían estas personas siendo “celebridades” y llamarían la atención de las marcas?
Un influenciador es un líder de opinión, una persona que promueve el intercambio de ideas, que aporta a través de su trabajo y que se ha convertido en un ejemplo para aquellos que lo rodean. Conoce a su audiencia, es experto en entender las necesidades de esta y por ello no solo busca intercambios con marcas sino ofrece estrategias a través de las cuales pueda haber beneficios recíprocos y se puedan rendir resultados positivos para la empresa para la que hace la labor de publicidad, poco depende eso de la cantidad de seguidores.
También es de mencionar que las marcas, en varias ocasiones, han creído que a través de un influencer sus ventas aumentarán de manera significativa; lo cierto es que únicamente será el vínculo entre la persona y el producto, pues su labor radica en ser intermediario y colaborar en la presencia de marca, no dependen de él las ventas.
Personas reales, verdaderos influencers
Es claro que siempre existe esa dosis de aspiración, de hecho, eso es Instagram: un alejamiento de la realidad a través de una supuesta vida de lujos, viajes, hoteles y marcas patrocinadoras ¿y quién no quisiera vivir así, cierto? Lamentablemente, es mentira. Esa vida perfecta no es real; y en los últimos meses se ha visto una tendencia de las marcas por elegir a aquellos líderes de opinión que en sus redes sociales se muestren como son, que enseñen su día a día como es en realidad, como personas normales, lo que da lugar a un mayor acercamiento e identificación por parte de los seguidores hacia el contenido, pues no se sienten lejos de poder vivir de esa manera.
Estos perfiles de personas reales por lo general se encuentran no en aquellos con miles de seguidores sino en los “microinfluencers”, que tienen una cantidad moderada de seguidores pero conocen a cada uno de ellos y detectan sus necesidades, por lo que se han convertido en un target que llama mucho más la atención a las marcas.
No creas que eres influencer porque subes fotos bonitas, recibes pagos de marcas y obtienes cosas “gratis”, no seas farsante. Ser influencer es aportar y tener influencia positiva en tu sociedad, a través de tu trabajo.