Este país que nos tiene en vilo celebra su vida esta semana. Sí, septiembre llega en medio del temblor que sacude al pueblo. Hagamos una tregua, conmemoremos a pesar del miedo que provocan los rumbos inciertos de la nación.
En nuestros días patrios ofrezco mi canto a quien quiera leerlo. Guatemala navega en nuestra sangre y nosotros somos la sangre de Guatemala. Hoy más que nunca, abrazo a esta tierra con mi corazón de cacao.

Emocionada, una vez más declaro que soy mujer orgullosa de pertenecer a este pueblo y…
Soy mestiza
Dos listones que danzan enredados,
dos ríos, dos colores,
así es mi sangre.
Un torrente amarillo de maíz y leyenda precolombina
abraza la cinta rojo amapola que atravesó
el Atlántico
en la bota aventurera
de mi bisabuelo catalán.
Atol maya y vino del viejo mundo componen mi fluido vital,
la mía es sangre que vibra a dos tiempos,
por mis venas corre magia mestiza.
El Ebro se funde en el Usumacinta
y nace el agua que compone mi cuerpo.
Mis lágrimas son de gitana y son de mengala.
En llanto cascabelero de gotas mestizas
llega torrencial mi emoción.
La marimba y el tun, ancestrales reliquias guardan celosos el olor de mi tierra, custodian la música de su aire. Baqueta en mano, con alma abierta toqué La Obertura Indígena. En trino ceremonioso invoqué sonidos de antepasados, busqué en los arpegios místicos de mi marimba el eco de su historia.

Con falda de lunares
conocí el gozo majo
de las Sevillanas andaluzas.
Toqué marimba como si de otra vida la trajera en el espíritu.
Jaleos flamencos siento en el cuerpo.
Envuelta en dos raíces musicales vivo y respiro aires mestizos.

Traigo en la piel el hormigo de las teclas
Y en el pecho abeto de guitarra.
Soy madera y soy danza,
soy canto y arrebato,
por siempre seré música mestiza.
Mi nombre autóctono y primitivo nació en la selva petenera. Mi apellido campesino llegó de un remoto pueblo que se quedó en la Cataluña cansada
del otro lado del mundo. Bautizada para habitar esta tierra llevo en los labios nombre de mestiza.
Tortilla de maíz con aroma de leña,
tortilla de patata con olor a oliva.
Danzas de sabores sin contradicciones alimentan mi cuerpo.
Mi carne vibrante es tibieza mestiza.

Es mío el Volcán de Agua,
cómplice de pasados remotos
cuando aún no llegaban carabelas.
Imponente,
cuenta historias de mis pueblos de antes.
Su espectáculo azul sorprende eternamente a la chiquilla mestiza que me habita. Un fantasma de ciudad criolla duerme en sus faldas. Son las casas, son las gentes, es la historia. Dos origines que sin tregua esculpieron mi cimiento mestizo.
Soy el hüipil tejido con colores
de fuego
que adorna mi cuerpo.
Soy el mantón de Manila sobre la espalda
dolorida de mi bisabuela.
Hija de dos pueblos,
soy cría mestiza.

Amalgama humana de dos civilizaciones que se encontraron y nos parieron. Eso es lo que soy, eso es lo que somos.
Par de verdades fundidas en una nueva, habitante de esta tierra amada que, cual milagro verde yace entre dos océanos.
Porque en este país nuestro
de lagos, montañas y milpa de oro,
dos mundos de leyendas distintas
con ímpetu se injertaron.
Declaro desde el corazón mi buena fortuna, pues soy mujer habitada por un misterio rotundo: mi pecho alberga un alma mestiza.
Somos un pueblo único, somos maíz, somos sol, somos milagro y en este septiembre que llegó temblando te abrazo, Guatemala mía.
Que la historia te guarde bien, que tu ideal de libertad no se rompa ni con sismos ni con cismas.