Sobre lo sucedido en el colegio El Roble: ya sé que del tema se ha dicho mucho, todos opinaron y dieron su punto de vista, pero hoy quisiera escribir sobre la frase con la que comenzó la agresión: “No te dejés, sos hueco dice. Le tenés miedo”.
El agresor empezó a dar golpes y los muchachos hacen una rueda para ser espectadores: “Dale verga, dale verga”.
Nada lejos de la realidad de un hogar guatemalteco promedio, donde escuchan a papá decir que los del Real Madrid son unos huecos y compartir un meme donde dos hombres con la camisola del equipo contrario se están besando: “Porque son unos huecos”.
Frase maldita que tanto daño hace a una sociedad donde ser hueco es ser débil, es aquel que no piensa como uno, es ser del equipo contrario o el que merece la burla.
Porque hueco significa: homosexual y eso es algo que da vergüenza y denota debilidad. Y la gente cree que eso da risa y se convierte en una desgracia para quien lo tildan de eso.
El hueco es el que no tiene la valentía de denunciar, de salir corriendo si el violento le quiere dar una paliza o el que propicia la paz.
A nadie le gusta que le digan hueco, estoy segura. Hace unos meses, en una mesa de amigos, alguien decía: “Hueco, mejor besalo”, porque alguien le decía a otro del mismo sexo que lo apreciaba. ¿Por qué los hombres no pueden expresar sus sentimientos de amistad con otra persona del mismo sexo sin ser motivo de burla?
“No seas hueco”, es una frase maldita que debería salir de nuestro imaginario y de nuestro vocabulario, así como del entorno de los niños y adolescentes que repiten lo que escuchan.
Alguien podrá decir: “Pero yo no lo digo en casa”, pero seguramente tu hijo lo escuchará de alguien que sí lo escucha en casa. Es nuestro deber como padres educadores hacer énfasis entre nuestros pequeños sobre la cultura de denuncia, la empatía y el respeto. Que no les tengan miedo a las etiquetas.
El colegio puede apoyar, pero si no lo enseñan en casa, las clases de religión o de valores será una asignatura más.
A los padres de hijos varones me gustaría decirles que amen a sus hijos, abrácenlos y bésenlos, pero enséñenles a hacer lo mismo con los demás.
Enséñenles la cultura del amor y que expresen sus sentimientos hacia sus seres queridos, sin pensar que si le dice un cumplido a otro niño es homosexual o “hueco”.
A los niños hay que enseñarles que ser valientes es propiciar la paz, los hombres más valientes que hay en el mundo se han metido en medio de las guerras y las peleas no son quienes más golpes o balas han disparado.
¿Saben que hoy, sus hijos podrían estar siendo víctimas de bullying? Saben por qué no dicen nada, porque no quieren que los etiqueten de hueco, cobarde o mariquita.
Nos hace falta dejar el teléfono durante la cena y hablar más de paz.
Hace unos días asistí a una marcha sobre la paz y la maestra los animaba a repetir la frase: “Queremos la paz”, un niño de unos 6 años le responde: “Pero si estamos en paz…”.