El Presidente de la República, Alejandro Giammattei Falla, dijo ayer que sus desafortunadas declaraciones, en las que se desligaba de la responsabilidad de gestionar la pandemia del COVID-19, fueron “tergiversadas”.
En otras palabras fuimos toda una masa de insensatos, torpes y poco entendidos del castellano los incapaces de entenderle. Usted lo dijo con una claridad pocas veces vista en un dignatario.
“Allí es donde principia lo que unos han tergiversado lo que significa decirle a la gente que la responsabilidad es suya, no mía. Jamás dije que la responsabilidad no era mía… ¿Qué significa el nivel de alerta? Dice: si usted y su municipio se cuida y se mantienen bien y no hay más contagios, vamos a poder tener las libertades que antes teníamos dentro de un ambiente de la nueva normalidad”, dijo.
¿Les quedó claro? A mí hasta me provoca ofrecerle disculpas al dignatario por mi equivocado juicio y mi poca capacidad de interpretación ante sus inspiradas alocuciones. Es obvio que el presidente solo quiere gobernar, está claro que fijar los niveles de alerta es una prueba fehaciente de lo mucho que le importamos los guatemaltecos.
Basta con que nos cuidemos, desde luego apegados a sus recomendaciones, para que los guatemaltecos no enfermemos y no muramos. Qué tontos hemos sido, es tan sencillo como cuidarnos, si lo hacemos el desabastecimiento en la red hospitalaria será un problema menor, el desempleo y la falta de programas eficientes de ayuda a las poblaciones vulnerables no serán necesarias. Solo hay que obedecer al semáforo.
El presidente cuando dijo que “ya había trasladado la responsabilidad a la población”, no quiso decir lo que textualmente afirmó. También es responsabilidad de los ciudadanos aprender a interpretar sus declaraciones de modo que, no puedan ser tergiversadas.
Señor presidente, resulta completamente inapropiado que usted no se haga responsable de sus declaraciones, si las mismas fueron dichas en un momento de cólera, sin el razonamiento profundo y oportuno, ya ha tenido tiempo suficiente para meditarlo con su almohada. En ese contexto, lo más sensato es que se retracte y ofrezca disculpas.
Sería más sencillo para la población entender que nadie es perfecto y que hasta el presidente se equivoca.