Los países que han entendido que la planificación con los temas referentes a la movilidad urbana mejoran la calidad de vida de sus ciudadanos, le han apostado a invertir varios millones de dólares para implementar modernos e integrados sistemas de transporte.
En España y en Europa esto suele ser una realidad. Las naciones desarrolladas han comprendido que la respuesta no está en apostarle a los mismos sistemas obsoletos, pues estos ya no responden a las demandas citadinas contemporáneas.
Por ello, hace una semana me pronuncié en contra de la implementación del “tren urbano”, porque el mismo no responde a las necesidades de la Ciudad de Guatemala.
En España es común ver a personas desplazarse con maletas, de grandes dimensiones, en trenes de cercanías y en el metro tras aterrizar en el aeropuerto internacional de Barajas. El AVE (tren rápido) se desplaza a velocidades promedio de 250 kilómetros por hora y máximas de 300, lo que permite recorrer tramos de 600 kilómetros en dos horas y media.
Avanzar con pasos hacia atrás
En mi país esperamos avanzar dando pasos hacia atrás, eso es lo que no logro entender. No espero que la modernización del transporte ocurra en los próximos cuatro años, pero sí deseo ver la raíz, el inicio, la licitación pública de un sistema de transporte con tecnología de punta, como lo es el Metro Riel o puede llegar a ser el Sistema eje Oriente-Occidente, aunque los mismos tarden un lustro o poco más para iniciar operaciones.
En Guatemala, la Municipalidad de Guatemala restringe el tamaño de equipajes que las personas pueden subir en el Transmetro y la alternativa que las clases más acomodadas y la propia administración edil dan a sus ciudadanos es el uso del transporte privado.
En ese contexto el uso del vehículo particular crece exponencialmente, el parque vehicular supera ya los 3 millones y desde la cosa pública no hay ningún esfuerzo serio por desincentivar el uso del mismo y promover un sistema de transporte eficiente.
El Transmetro, que hace 12 años fue impulsado por la actual (la misma) administración, fue vendido como un moderno sistema de transporte y en efecto en sus primeros años fue relativamente funcional. Hoy, este sistema ya está sobrepasado y en horas pico puede representar entre 20 y 30 minutos de espera para un usuario promedio, no por la periodicidad de los buses, sino por la sobresaturación en las estaciones.
No me queda duda que el fracaso del sistema de transporte en el país es producto del conformismo y evidente mediocridad del Gobierno Central y, por supuesto, de la administración edil, la misma desde hace más de dos décadas (Berger-Fritz-Arzú y ahora Ricardo Quiñónez).
Ahora, la Municipalidad de Guatemala y el Gobierno central insisten en impulsar “temporalmente”, como un “plan piloto” y así podríamos seguir con la utilización de decenas de eufemismos que se reducen en dos palabras: fracaso y mediocridad.
La analogía utilizada en mi artículo anterior comparaba a una computadora contemporánea con una máquina de escribir Remington. Lo que quiero hacer ver es que un plan piloto no puede fundamentarse en dar varios pasos para atrás, la modernización del sistema de transporte no puede ni debe albergarse en una antigua locomotora.
Si el proyecto fuese de carácter turístico, daría mis enhorabuenas a los artífices de esta iniciativa, pero la apuesta sigue siendo el mediocre y sinsentido “para mientras”.
El problema es que cuando la administración edil se pone a improvisar, ocurre lo que sucedió con el tráiler bus ¿lo recuerdan? Yo era tan solo un niño cuando aquella administración municipal (la misma) implementó el novedoso medio de transporte. Recuerdo a mi padre ironizar en el comedor de la casa donde vivíamos: “Si la idea fuera buena ya la hubieran implementado en otros países”.
Lo entendí tiempo después, cuando los tráileres buses fueron utilizados como subestaciones policiales y como museos móviles. Otro gran desacierto producto de la improvisación de aquella (la misma) administración edil.
No hay que inventar el agua azucarada, el occidente nos lleva varias decenas de años adelante, veamos hacia el desarrollo y aprendamos de las experiencias exitosas. Sevilla inauguró su tranvía (metro ligero de superficie) en 2007, dos años más tarde estrenó su primer metro subterráneo. Estos modernos y eficientes sistemas se complementan con una red de buses y de bicicletas públicas con extensas ciclovías. Además, se ha empezado a utilizar los patines eléctricos como una alternativa a la movilidad urbana.
La pregunta es por qué la administración actual (la misma) no deja de improvisar y apuntala los esfuerzos a implementar el Metro Riel y el Sistema de Transporte Eje Oriente–Occidente.