Son las 20:32 del domingo y mi esposa me advierte que tiembla, me dice que nos preparemos para salir del apartamento, ubicado en un tercer nivel, pero cuando reaccionamos la alarma ya pasó. Varios mensajes de grupos de Whatsapp me llegaron casi instantáneamente ¿Todos bien? Indagaban algunos amigos y familiares.
Al revisar las redes sociales pude percatarme que el sismo tuvo una intensidad de 5.8 en la escala de Richter con epicentro a 49.2 kilómetros al Sur oeste de Escuintla. Del 4 de enero a la fecha se han reportado 50 sismos en el territorio nacional de acuerdo al sitio https://www.meteosolana.net , el cual monitorea este tipo de fenómenos.
Los registros de esa web registran sismos que van en las escalas de 3.3 y 5.7. Es decir que el sismo registrado el domingo pasado ha sido el más fuerte del año.
Algunas recomendaciones
Pero qué hacer en caso de un terremoto, la literatura es amplia pero en la praxis una buena proporción de los guatemaltecos no tenemos ni idea de cómo reaccionar. El instituto Geofísico de Ecuador recomienda acciones previas y posteriores, tales como contar con un kit de emergencia que incluya radio de baterías, linterna con plias, botiquín, agua embotellada, pitos, abrelatas y otro montón de cosas que seguro, usted y yo, no tenemos listas a pesar de vivir en un país altamente sísmico, donde se han registrado, en los últimos años, al menos dos sismos considerados como terremotos.
El instituto Geofísico gira otras recomendaciones como: determinar los objetos que puedan convertirse en un peligro (cuadros, lámparas, colgantes, espejos, entre otros).
Sugiere también practicar simulacros y aprender a cerrar el paso de electricidad, gas y el agua en los interruptores y tomas principales, contar con teléfonos de emergencia y tener alimentos no perecederos con agua potable para por lo menos tres días. ¿Lo hacemos?
El volcán la tragedia que nos desnudó
La reciente erupción en el volcán de Fuego dejó al descubierto la incapacidad que tenemos como país para reaccionar ante un fenómeno natural. En el caso de este evento natural, el Instituto de Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología –Insivumeh- advirtió de los riesgos de la expulsión de flujos piroclásticos en el volcán, pero la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres –Conred–, fue incapaz de accionar los protocolos de emergencia para evacuar a las comunidades en riesgo.
En el caso del volcán al menos hubo un aviso de actividad anormal, en caso de un sismo es imposible predecir en qué momento ocurrirá y en ese contexto y ante la experiencias recientes no estamos preparados para una catástrofe como la ocurrida el 4 de febrero de 1976. Personalmente me aterra la idea de que ocurra un terremoto de esas dimensiones y que el país caiga en tal destrucción que le sea muy difícil de reponerse.
En este momento las pérdidas humanas se contarían por miles y los daños a nuestra precaria infraestructura demandarían una reconstrucción total.
Cincuenta sismos se han reportado en 2018 y el riesgo de que uno de estos supere la escala de 7 grados en Ritcher y que se convierta en un destructor terremoto es latente. ¿Estamos preparados? ¿Podemos confiar en la autoridad responsable de prevenir y reducir los desastres? O corremos el riesgo de caer en el instinto de sobrevivencia del sálvense quien pueda. Sino nosotros en nuestros núcleos familiares no intentamos prepararnos ¿Quién lo hará?
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