Recientemente los medios dieron a conocer que una persona que cambió de sexo hace un año y medio, ganó las pruebas universitarias femeninas de natación en Pensilvania.
Veamos el contexto, al parecer William Thomas perteneció al equipo masculino de natación previo a 2019, en la categoría su rendimiento lo ubicó en el lugar 462.
Sin embargo, en 2022 después del tratamiento de supresión de testosterona que debe durar un año, regresa a la piscina ahora como Lia Thomas para competir con las mujeres, gana el oro y establece récord en la Universidad de Pensilvania.
Afortunadamente no soy la única a la que le hace corto circuito esta noticia, en Estados Unidos el movimiento que Save Women’s Sports (que se traduce como Salven el deporte femenino) se ha pronunciado en contra de esta situación y ha calificado de “injusta” esta situación para las mujeres.
La misma organización en su sitio web comparte información científica que deja claro que hay cambios físicos como el desarrollo de los huesos, la masa muscular, el hecho de no tener ovarios y la altura le dan una gran ventaja a quienes hacen esta transición de hombre a mujer.
No quiero que desvíes la atención de mis palabras, en ningún sentido aludo al hecho que llevó a esta persona a ir contra el proceso biológico de su cuerpo, únicamente me refiero al punto de que con sus claras ventajas fisiológicas compita contra mujeres, avalada por las instituciones deportivas que, con el temor de ser denunciadas como transfóbicas permitan semejante atropello. ¿Dónde están las instituciones que defiendan los derechos de las mujeres?
¿Cómo se sienten las mujeres que se quedaron con el segundo y tercer lugar de la competencia donde esta persona las superó? ¿Cuánto esfuerzo y dedicación hay detrás de sus rutinas de entrenamiento y ahora deben conformarse con estos puestos? ¿Te parece justo?
Acaso no es ese el espíritu de las normas que prohíben el consumo de sustancias que les proporcionen ventajas a los deportistas. El dopaje se refiere cuando un atleta ingiere sustancias ilícitas para mejorar su rendimiento dentro de una competencia. Incluso se ha sancionado a muchos por este delito. Quizás el caso más famoso fue el del ciclista Lance Armstrong a quien le prohibieron participar en los juegos olímpicos por vida y le privaron los títulos que obtuvo en el Tour de France.
Pero en el caso de referencia, de manera biológica Thomas tiene ventaja contundente en la piscina.
Me ofende que la misma agenda que se queja del machismo y el patriarcado alabe que las mujeres pasen a un segundo lugar en estas circunstancias, bajo el lema de la “igualdad”.
En medio de este caos, actitudes radicales de mujeres como Cynthia Millen, me motivan a mantener una postura bien definida. Ella, con los ovarios bien puestos renunció a su cargo de jueza de la Federación de Estados Unidos, como una forma de protestar por la decisión de dejar competir a Lia Thomas en el equipo de Pensilvania. En su carta de renuncia deja claro su punto de vista –que tiene todo el sentido– “Ese cuerpo masculino nunca puede cambiar. Ese cuerpo masculino siempre será un cuerpo masculino”.
Y es que el hecho de ser mujer va más allá de los niveles de testosterona que tengamos en el organismo. No estamos hechas para “igualar” en fuerza bruta a un hombre, somos distintos desde los cromosomas. El cuerpo femenino es delicado –eso no nos hace débiles– y perfectamente diseñado para dar vida, ya sea que decidas ser madre o no.
Espero que por lo menos una lectora comparta mi punto de vista y esté de acuerdo que el futuro deportivo de las mujeres no debe estar en riesgo, esta batalla se puede ganar si nos unimos en favor de las niñas.
“Lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos”.
Martin Luther King