EL CICLO DE UN ÁRBOL DE NAVIDAD
En nuestro ideal de Navidad, es hasta cierto punto “necesario” elaborar un árbol navideño en casa, en la oficina o en centros comerciales, plazas y demás. Generalmente, son árboles de especies que no son comunes por acá, en nuestras latitudes tropicales bajas y que únicamente existen en los bosques altos de montaña y volcanes en nuestro país. Para implementar nuestro árbol navideño ideal, tenemos varias opciones que van desde muy conservadoras hasta opciones extremadamente estúpidas caracterizadas por el derroche de recursos naturales y desde luego, monetarios. Analicemos entonces en detalle, el espectro de opciones. La primera opción es adornar un árbol sin matarlo. Esta opción es la que considero yo menos invasiva (aunque a manera de broma me gusta imaginar qué piensan de eso los habitantes del árbol, aves, mamíferos e insectos sentirán que algo extraño le pasó al árbol). Básicamente consiste en adornar el árbol con luces y decoraciones como las descritas en la historia previa, esperando que cuando la temporada termine, los adornos sean retirados y el árbol permanezca en el mismo estado en que se encontraba antes. Un gran problema que existe con esto, es que en realidad hay muy pocos árboles disponibles en nuestro entorno para hacer algo así. Súmele a esto el egoísmo humano que nos rodea “yo quiero MI árbol”, “mi familia quiere NUESTRO árbol en casa”… En fin, no somos buenos compartiendo.
Vamos ahora a otra opción de árbol navideño. Supongamos que tenemos la posibilidad de adquirir uno ya sea cortándolo o pagando por uno ya cortado. Esto es algo así como tener el cadáver de un vegetal que tardó mucho tiempo en crecer, adornando nuestras casas. ¿Qué piensa de esto? El árbol morirá por haber sido cortado de su raíz y en un mes, el árbol será otro “adorno” en los depósitos de basura. Una ventaja de esta opción es que este árbol puede ser reciclado por la naturaleza en poco tiempo y que su impacto en la cantidad de recursos utilizados para adquirirlo y transportarlo fue mínimo (exceptuando claro, los “arboles importados” de tierras lejanas que a parte de costar un ojo de la cara, tuvieron que ser transportados por tierra, mar y aire para llegar a su destino). En ese sentido, un chirivisco es una versión menos terminal para el destino final del árbol. Es una opción sencilla, inteligente y original para un adrono e implica evitar que se mate un árbol. Solamente implica su mutilación. Desde luego, el destino final del chirivisco será el mismo que el de los adornos, un adorno más, en los depósitos de basura.
Finalmente tenemos la opción de un árbol artificial. Sus ventajas son, que no estamos ni matando ni mutilando un árbol real. Pero infortunadamente es plástico y (fíjese en la etiqueta de origen si usted ve uno) tiene el “Made in China” (otra vez, nada personal contra los chinos). Es decir, viajó igual que sus adornos plásticos. Sumado a esto, es altamente probable que su destino final sea el mismo que corre el ex-árbol real: pasar a ser un adorno en los depósitos de basura a principios de enero. Eso sí, un adorno bastante duradero. Por su naturaleza plástica, este árbol artificial, bajo buenos cuidados puede durar unos cuantos siglos. Piense ahora en los recursos gastados en los árboles gigantes artificiales, esos que se han erigido en diversas plazas y centros comerciales con costos millonarios (que repito sirven “para adornar” y serán empleados UNA SOLA VEZ).
EL CICLO DE LA MAYORÍA DE JUGUETES (Y REGALOS SUPERFLUOS)
Parte de nuestro desarrollo como humanos, es que durante la niñez, se nos expone por medio de juguetes cómo es el mundo real. Básicamente los juguetes son una representación de los artefactos que existen en el mundo real. Aviones, barcos, trastos, lámparas, autos, etc… el mundo de los juguetes ofrece posibilidades infinitas.
Los humanos aprendemos del mundo real usando juguetes. ¿De qué material están hechos? Pues de plástico en la mayoría de casos y también de componentes electrónicos. Piense usted, en los adornos navideños que platiqué en la primer historia de esta entrada. Cambie la forma del plástico, vuélvala un camioncito o unos trastecitos… tenemos ahora un juguete. La calidad del empaque y del plástico nos dirá la procedencia. Todo bien hasta aquí, el juguete tiene una función, pero… ¿Ha pensado usted en el costo de recursos planetarios que implica la fabricación de millones de juguetes hechos en su mayoría de plástico?
Somos una especie de seres vivos rodeada de ciclos, el ciclo de la evolución estelar, el ciclo de la gestación de un ser humano, el ciclo de la vida y la muerte. Como especie hemos acordado en la mayoría de países que el fin de diciembre marca el fin de un año, el fin del ciclo anual y repetitivo de la Tierra alrededor del Sol. Como seres cíclicos que somos, creo válido celebrar el fin de año, como el fin de un ciclo, y el inicio de otro. Aún así, me siento asfixiado por la misma. ¿Realmente necesitamos vivir este consumismo de desperdicio de fin de año? ¿Realmente necesitamos invertir como sociedad tanto dinero en cosas que no sirven para nada y se usan UNA sola vez? ¿Nos da paz, armonía y felicidad obedecer a este bombardeo publicitario? ¿No es mejor practicar a diario el vivir en paz y en armonía con nuestras famlias y conciudadanos sin pasar por esta “etapa de reflexión” forzado?
¡Con esta reflexión, les deseo feliz fin de año!