Estos días, todos de alguna forma hemos estado sufriendo las consecuencias de la celebración de una fecha que ha sido puesta a dedo por los jerarcas del cristianismo. De esta suerte, Navidad podría celebrarse el 20 de Mayo, el 18 o 19 de Abril, el 25 de Marzo, el 2 de enero o bien un día entre el 17 y el 20 de noviembre. Pero nos tocó el 25 de diciembre, probablemente debido a la cercanía de la fecha con el solsticio de invierno (en el hemisferio norte) o el solsticio de verano (en el hemisferio sur) -el día más corto del hemisferio norte que representa el retorno del Sol para muchas culturas nórdicas.
Más aún, toda la parafernalia navideña que nos rodea me ha hecho pensar mucho en lo vilipendiado que está el celebrar el fin de año. Para algunos podré sonar amargado. De ninguna manera. Pero si cree que puedo sonar amargado, por favor, deje de leer. Bastará con que sepa que con esta contribución solo quiero reflexionar un poco sobre estos tiempos navideños y lo que pienso cada vez que veo un adorno navideño, un árbol navideño, o las largas filas de personas comprando los regalos como si fuera el fin de los tiempos.
Tantas luces decorando todo lo que nos rodea, visualmente me hacen pensar en que somos extraños los seres humanos con nuestras costumbres. Esta época muestra de manera contundente que la nuestra es una filosofía colectiva, bastante errada que dicta “los recursos del planeta son infinitos”, si no vea a su alrededor. Como especie, seguimos en una mezcla de pensamiento medieval-renacentista.
¿Cuántos recursos se emplean en las decoraciones navideñas? Analicemos en detalle algunos ejemplos que escribo aquí como historias breves.
EL VIAJE DE UN ADORNO NAVIDEÑO
A donde quiera que vaya, verá decoraciones navideñas, generalmente hechas en China (nada personal contra los chinos). ¿Cúantos recursos de la Tierra se emplearon en fabricar esas decoraciones? Bueno, analicemos la composición de dichos adornos: plástico coloreado. Básicamente es un derivado del petróleo. Imaginemos entonces que para fabricar dichos adornos, tuvimos que recurrir a (i) la industria detrás de la extracción del petróleo y (ii) la industria del procesamiento del petróleo. Eso no es todo en el caso de los adornos. Tuvieron que embalarlos (en bolsas de plástico) y eventualmente en cajas de cartón (bueno, algo menos contaminante). Luego de ser embalados en un contenedor, los adornos viajaron por tierra probablemente en un camión que quema diesel hacia una terminal de contenedores en algún puerto chino.
De allí, dichos adornos cruzaron el océano más grande del mundo, el Pacífico, en un barco que quemó varios millones de litros de petróleo hacia América. Eventualmente el buque atracó en Puerto Quetzal y de allí, un camión quemando diesel, transportó la mayoría de adornos, hacia algún lugar de la ciudad Guatemala. Si era un adorno “barato” es decir, rústico y hecho sin mucho esmero, probablemente el camión vomitó su carga en algún almacén de la 18 o 17 calle de la zona 1. Por otro lado si el adorno era un poco más elaborado, este fue depositado por otro camión en algún centro comercial más exclusivo. ¿Cuánto tiempo emplearemos el adorno?
Probablemente hasta el 1 o 2 de enero. ¿Y luego? Pues muy probablemente el adorno se vaya a la basura y termine su viaje enterrado en el relleno sanitario de la zona 3 o en algún otro basurero. Desde luego, también existe la posibilidad de que el adorno termine en algún barranco o tirado a la orilla de alguna carretera. Y este es el fin de la historia del adorno… terminará convertido en basura. Quizás alguna alma caritativa con la naturaleza lo guarde y luego de un año, desempolve el adorno, y lo vuelva a usar en años sucesivos. Quizás. Pero tristemente la mayoría de adornos serán usados una sola vez (aunque quien inventó el plástico pensó que este material podría ser empleado por mucho tiempo).
¿Cuántos recursos se perdieron en el proceso de fabricación y transporte del adorno? No lo sé, pero son recursos que no se podrán recuperar nunca.
En la segunda entrega discutiré sobre el árbol de navidad, y sobre el origen y destino de la mayoría de juguetes. ¡No se los pierda!