Aunque podrías pensar que tus hormonas están haciendo las suyas, es un hecho que la temperatura ha subido lo suficiente para recordarnos que el verano 2022 ya llegó.
A estas alturas del año es posible que no tengamos el cuerpo “ideal” para caber en el traje de baño que nos ponga en sintonía con el look de la playa o la piscina, pero eso no nos puede hacer perder de vista que hemos llegado al cuarto mes del año y hemos recorrimos la tercera parte del 2022.
¿Cómo te ha ido? ¿Cómo te has sentido? ¿Cómo está tu salud mental y física? La salud es el mejor indicador que tenemos, aunque siempre lo hemos sabido, parece que a partir del COVID-19 hay más conciencia del valor incalculable que representa.
Nos pueden faltar bienes materiales –que tarde o temprano podremos recuperar o adquirir–, pero la salud o el bienestar físico-emocional no es algo que se pueda comprar por muchos recursos que tengas guardados en el banco.
¿Estás sana? Si la respuesta es positiva quiero pedirte que pienses en lo que eso representa. Si la respuesta es negativa, es probable que valores la salud en su justa dimensión.
Dicen que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde ¿aplica a la salud? Sin duda aplica a todo… Deberíamos estar más atentas a los beneficios que ya tenemos, antes de frustrarnos por los que nos hacen falta ¿no crees?
Hace unos meses, sin mayor explicación, tuve un problema en la planta del pie izquierdo que me provocó un terrible dolor por varios días hasta que tuve que acudir al médico y a varias sesiones de terapia. Pese a que no era algo muy delicado, me la pasé mal y hasta tuve que dejar de usar zapatos altos –esos lindos que tanto nos distinguen a las mujeres–.
Esa pequeña afección me impedía caminar sin dolor y me llevó a pensar en las veces que me negué a salir a caminar, simplemente porque el ejercicio no ha sido mi prioridad. Ya casi recupero mi movilidad, pero mientras tanto entendí que todo el cuerpo es una máquina que funciona de manera perfecta.
Hoy, cuando te acuestes enumera cuán dichosa eres al tener una buena vista, que tus pies te lleven y te traigan, que tus pulmones te permitan respirar profundamente y que tu sistema digestivo lleve a cabo todas sus funciones o que tu corazón lata a buen ritmo… El cuerpo es el primer ejemplo de cuánto tenemos que agradecer.
Déjame recordarte que la gratitud es una acción que se ejercita y según los especialistas, entre más se practica nos regala otros beneficios que vale la pena aprovechar, entre estos cinco:
- Disminuye la ansiedad.
2. Regula la presión arterial.
3. Ayuda a dormir mejor.
4. Llena de optimismo.
5. Fortalece el sistema inmunológico
En conclusión, el agradecimiento nos ayuda a centrarnos en lo bueno, no significa que neguemos la realidad, simplemente la adversidad adquiere menos contundencia en nuestra vida y por lo tanto, cada día podemos sentirnos más felices.
Como cité unos párrafos arriba, como correr o caminar, este ejercicio de dar gracias se fortalece con la práctica. Empieza por agradecerle a tu cuerpo, a Dios y a quienes te rodean y verás que en unos días más fluirá con mayor espontaneidad.
Quizás al principio quienes te escuchen dar gracias aun por las cosas más pequeñas se sorprenderán, pero es posible que después también se contagien –aunque el objetivo no es ese–.
Dicho todo esto, puede que no haya una piscina ni traje de baño esperando por ti estos días, pero eso pasa a segundo plano cuando descubres que tienes cosas más importantes.
“Estar agradecido y no mostrarlo es como tener un regalo y no entregarlo”.
William Arthur Ward.