El 2020 nos tomó distraídos, recostados en nuestra zona de confort. El cambio de mando en el Gobierno y la inercia macroeconómica de un crecimiento lento, pero “seguro”, nos auguraba un año más con proyecciones relativamente estables.
La economía del país, medida conforme a su Producto Interno Bruto –PIB–, presentará una contracción entre -3.5% y -1.5%, según proyecciones del Banco de Guatemala. Desde luego, que la perspectiva a principios de año, en un escenario prepandémico, era de un crecimiento superior al 3 %.
Tras la propagación acelerada del Covid-19 el mundo experimenta la peor crisis económica del siglo XXI, solo comparable con “la gran depresión” de la década de 1930. Las medidas de confinamiento severas aplicadas en varias partes del mundo detuvieron la actividad económica, lo que trajo serias repercusiones para las empresas y los empleados.
La Organización Internacional del Trabajo –OIT– observó una reducción considerable en las horas laborales, así como una reducción de los salarios y un incremento en los despidos. De hecho, de acuerdo a ese organismo, las pequeñas y medianas empresas, que concentran alrededor del 46% del empleo formal, tienen un alto riesgo de experimentar quiebras.
En Guatemala miles de personas perdieron sus trabajos, lo que incrementó la mendicidad y la propagación de las banderas blancas por todo el país, lo que naturalmente agudizará las condiciones de pobreza con la que sobrevive el 60% de la población.
Para hacerle frente a la crisis el Gobierno amplió el presupuesto por un total de Q20 mil 045 millones, lo que elevó el déficit presupuestario a Q35 mil 060.1 millones, lo que equivale al 6% del PIB, según el Banguat.
Como resultado y de acuerdo a fuentes oficiales la deuda interna creció Q13 mil 631.2 millones y la externa USD1 mil 342.8 millones. En ese contexto, Guatemala es un país más pobre y más endeudado que hace un año atrás.
En ese contexto, el país tiene ante sus ojos el enorme reto de mejorar las perspectivas económicas y sociales respecto al complicado 2020. El Banguat ha estimado una recuperación económica del 3.5% de cara al 2021, el cual se augura complicado.
Lo cierto es que globalmente tanto por razones económicas, sociales y sanitarias el 2020 fue un año para el olvido, por lo que en el papel el 2021 no tendría que hacer mucho para ser mejor. La pregunta es si esa recuperación prevista para el otro año, será suficiente para aliviar a la población más vulnerable y afectada por la crisis económica suscitada por la propagación del Covid-19.
Sin ser economista presumo que no, que nos tomará varios años más recuperarnos de este duro golpe. Ante ello, la disyuntiva es: quedarse con el desastre económico del 2020 o intentar reinventarse y tratar de recuperar al menos parte de lo perdido. Los guatemaltecos deberemos ser muy resilientes para seguir de pie, quiero pensar que podemos lograrlo.