Por: Laura Menchú.
La danza del Palo Volador conocida también como baile de san Miguelito, de la región de Chichicastenango, es una tradición que tiene más de 100 años de existencia y es parte de la riqueza cultural de las diversas tradiciones del municipio de Santo Tomás Chichicastenango, Quiché. Aunque la versión sobre la danza se vincula a temas religiosos, como demanda de lluvia y fertilidad de los suelos, según el Diccionario Histórico Biográfico de Guatemala (2004), el cronista Antonio Fuentes y Guzmán, mencionó que esta danza fue introducida a Guatemala después de la conquista, con el fin de celebrar las fiestas Reales (Déleon, 1998), sobre el tema, el cronista Carlos León relató que es un ritual que incluye ciertos pasajes del Popol Vuh (Figueroa, Ren, Grave y Sión, 2010), sin embargo, existe también otra historia, Don Juan Tol, relata lo que cuentan los tatarabuelos y abuelos sobre el origen de la danza del palo volador, que se vincula a la aparición de la imagen de santo Tomás, patrono del lugar.
Cuenta la historia que la imagen de santo Tomás apareció en una roca del cerro Pocohil, por lo que los integrantes de la cofradía fueron por ella y la llevaron a la iglesia, al día siguiente, al darse cuenta que la imagen no estaba donde la dejaron, fueron a buscarla, quedaron sorprendidos al encontrarla en el mismo lugar donde apareció, así que la llevaron nuevamente a la iglesia, sin embargo, por la noche volvió a desaparecer. Ante tal situación, nombraron a 2 personas para vigilar quien se llevaba la imagen, pensando que era una broma. Los vigilantes encargados se subieron a la copa de un árbol para tener mejor visión, aunque nunca vieron quién se llevaba la imagen. Sin embargo, algo le sucedió al árbol en el que se subieron a vigilar, al ver hacia abajo, este ya no tenía sus ramas, en su lugar había tiras de Ch’iyut, conocido por ser una planta que crece en llanos de zonas frías, que sirve como cuerda para amarrar (Patal, 2007), por lo que para bajar tuvieron que hacerlo girando por medio del Ch’iyut. A partir de tal suceso, se inicia la tradición.
Cuenta don Juan, que, al inicio, los danzantes eran únicamente 5, posteriormente, al consultar el Popol Vuh, se dieron cuenta que debían ser 6 personas, por lo que se integró una persona más. Los personajes son: 4 monos, un tigre y un jaguar, que danzan al ritmo de siete melodías ancestrales que suenan en una marimba de tecomates. Aprendidas al oído por su ejecutor.
Dentro de las características del árbol que se utiliza como base, don Juan menciona que, su altura debe ser de 28 metros, puede ser pino o ciprés. Hace aproximadamente 25 años atrás, no se contaba con ayudantes específicos para el traslado del palo, por lo que los representantes de las municipalidades oficial e indígena, les quitaban el sombrero a los hombres que encontraban en el mercado y la única manera de recuperarlo era ayudar a cargar el palo. Actualmente, se contratan 50 muchachos.
En la parte superior del palo, se coloca una pieza de madera del árbol Guachipilín, llamado horcón, posiblemente por su forma, que significa la unión de un solo pueblo, esta pieza se enceba para que gire sin dificultad. Posteriormente, se ata la canasta con lazo natural, la cual consta de 4 lados, que significan los 4 puntos cardinales.
Dentro de la tradición, se realizan dos ceremonias mayas con los danzantes, 15 días antes de armar el palo, con el fin de pedir protección. Anteriormente, era requisito para los danzantes estar de 12 a 15 días lejos de su familia, como un período de retiro, tal como lo describe también el Diccionario Histórico Biográfico de Guatemala (2004). Las ceremonias se realizan por parte de la alcaldía indígena, en el fondo del agujero donde se incrustará el palo y otra alrededor del mismo.
Al terminar las festividades, el tronco se desmonta y se parte, para dividirse entre las 14 cofradías del municipio.
El grupo de danzantes está conformado por don Sebastián Panjoj Tumax, Juan Antonio Panjoj, Tomás Tol León, Sebastián Pérez Mateo, Juan Pérez Mateo, Tomas Calvo Larios, como bailadores y Juan Tol León, marimbista. Los integrantes mencionados tienen aproximadamente entre 25 y 28 años de pertenecer al grupo, a excepción del director, don Sebastián Panjoj Tumax, de 86 años de edad, quien se integró como danzante, desde su adolescencia, a los 15 años y aunque dejó de danzar en el aire a los 70 años, aún es parte de los danzantes y porta traje de mono, es él quien peina a quien lo desee, como parte de la tradición. Ocupa dicho cargo al fallecer don Gaspar Tol, desde hace unos 30 años.
La razón por la que los integrantes continúan la tradición es “por la pasión por la cultura de Guatemala”, tal como lo menciona don Juan Tol al referirse a cada uno de sus compañeros, quienes persisten por decisión personal. Don Juan, ocupa el cargo de <<marimbista del tecomate>>, al fallecer su antecesor don Manuel Pérez, desde hace 7 años por ser el único que aprendió las melodías al oído. Anteriormente, don Juan, también era danzante.
Trabajos citados
Déleon, O. (1998). Elementos de la cultura tradicional en la Obra Recordación Florida de Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán. La Tradición Popular, 1-11.
Figueroa, O., Ren, J., Grave, C., & Sión, L. (19 de diciembre de 2010). Palo Volador, una danza con el viento. Prensa Libre.
Fundación para la cultura y el desarrollo. (2004). Diccionario Histórico Biográfico . Guatemala.
León, J. T. (diciembre de 18 de 2019). Palo Volador. (L. Menchú, Entrevistador)
Patal, F. (2007). Rusoltzij Ri Kaqchikel – Diccionario Estándar Bilingüe Kaqchikel-Español. Guatemala : Cholsamaj.