Las mujeres somos frágiles, fuertes, enérgicas, capaces y entre tantas otras cualidades, también somos dramáticas y románticas empedernidas. Nuestro corazón almacena nuestra fuerza.
Hay que admitirlo, la mayoría crecimos viendo grandes historias de amor fabricado en las telenovelas, leyendo libros de la sección de romance, música para cortarse las venas y dramas en el colegio que se resolvían lejos de la psicóloga.
No importa la fuerza que tuvimos para dar a luz a nuestros hijos, hay una parte de nosotras que sigue buscando el mismo género que nos saca los suspiros y las lágrimas en las series de Netflix. Basta ver cómo nos emocionamos y hasta lloramos recordando los mejores capítulos que se resumieron en la Reunión de Friends, décadas después seguíamos esperando ese encuentro; ni qué decir de esas posturas de a favor y en contra que se formaron a raíz de las fotografías de J.Lo con Ben Affleck o ese grupo que todavía espera ver a Jennifer Aniston y Brad Pitt juntos.
Nos atraen esas segundas vueltas, esos episodios donde hay segundas oportunidades, pero lamentablemente la vida no es como en la televisión, hay áreas en las que no aplica el reencuentro o la versión dos, especialmente cuando las circunstancias nos provocaron el síndrome del corazón roto.
Una pérdida, descubrir una infidelidad, atravesar un divorcio o recibir el impacto de una quiebra son algunas de las situaciones más dolorosas que podemos experimentar y si no sabemos cómo afrontarlas terminamos con el corazón roto eternamente, a diferencia del síndrome que puede ser una afección cardíaca temporal.
Cada persona asimila esos golpes a su manera y debe vivir su propio proceso, no hay fórmulas que marquen cómo superar un duelo o un divorcio, si bien hay etapas que cada mujer vive a su tiempo y a su manera. Lo que no se vale es seguir culpando a otros y seguir en ese círculo tan dañino que contamina a la familia y al círculo más cercano.
¿Cómo saber si padezco de un corazón roto?
Es muy fácil, lo primero que debes responder es qué tan difícil es para abordar la situación que te rompió el corazón. ¿Te duele como que hubiera sido ayer? Observa detenidamente qué tanto drama vomitas en las redes sociales, cuánto alabas o criticas a una mujer que sale adelante y qué tal esa, cuánto sonríes.
Un pequeño focus group en casa también te puede ayudar a sondear la salud de tu corazón. Pregunta en casa cuáles son las tres palabras que te distinguen. Prepárate, no descompongas el rostro cuando te digan ¡brava! ¡complicada! ¡das miedo! Se vale celebrar cuando escuches ¡feliz! ¡graciosa! ¡linda!
En ambos casos procesa los resultados y toma las decisiones necesarias para revertir el resultados o seguir trabajando en lo que tu corazón proyecta.
Quiero traer a tu memoria que esta pandemia nos ha puesto de frente a la vulnerabilidad, nos ha obligado a vivir conscientes que de un momento a otro podemos perder nuestra vida o a un ser querido, despedirnos de las pocas libertades que tenemos como el tiempo, las amigas, la salud, etc. Vivir con un corazón roto ¿vale la pena? ¿Cómo nos van a recordar cuando ya no estemos?
La madre Teresa de Calcuta, acertadamente describió el “perdón como una decisión, no un sentimiento, porque cuando perdonamos no sentimos más la ofensa, no sentimos más rencor. Perdona, que perdonando tendrás en paz tu alma y la tendrá el que te ofendió”.
Si tu vida no la estás viviendo a plenitud, más bien está llena de drama, reflexiona si hay algo que se quedó pendiente y requiere del bálsamo del perdón. También evalúa quién está influenciando tus emociones y pensamientos, una persona con el corazón roto puede contaminar a otras.
Las mujeres no estamos hechas para odiar, para envidiar o destruir, somos románticas empedernidas, capaces de llenar de alegría, esperanza y amor este mundo ¡que tanto lo necesita!
«El perdón no es un acto ocasional, es una actitud constante».
Martin Luther King Jr.