Sin lugar a duda el 2020 es el año más raro que me ha tocado vivir. Aunque 1976 tiene su cuota en el calendario de mi vida, no es lo mismo experimentar un cataclismo en la adolescencia cuando tus padres te resuelven la vida, que atravesar un lapso tan pronunciado de incertidumbres a los cincuenta y tantos años. ¿Saben? En 1983 me salvé por segundos de un aparatoso accidente aéreo en Barajas. En 1989 casi me muero por una tifoidea mal diagnosticada que me tomó los pulmones, hígado y riñones. Literalmente me estaba dejando ir, pero aquel no era el momento. Más adelante, en 2004, Luis Escobar (mi socio en Galería El Attico) y yo salvamos la vida de milagro. Nuestro tren, Madrid/Sevilla, pasó sobre varios explosivos que no explotaron porque los terroristas confundieron el AM con el PM y, como estas, hay algunas historias que me muestran mi enorme suerte y que, definitivamente, tengo una misión importante que llevar a cabo. Pero ni siquiera, con todas estas historias de vida, puedo comparar esas experiencias con los miedos vividos este 2020.
Si alguien me preguntara ¿qué es lo que más odié de este año? Probablemente respondería que las plataformas digitales ¿por qué? No estoy seguro. Por medio de ellas monté ocho trabajos escénicos (siete de ellos con mis estudiantes), me reuní con distintas entidades y resolví muchos aspectos profesionales. Sin embargo, siento que perdí más de lo que gané con esa impersonal falta de contacto. Quizás lo más difícil fueron las interminables semanas sin ver a mi familia, sin velar a mis muertos, dejando de lado mis patrones culturales, en fin, nada que no se haya dicho ya hasta el cansancio.
Llegó por fin la Navidad y esta sí que la pandemia no consiguió arruinarla como lo hizo con la Semana Santa y otras festividades. Aunque la tropa está mucho más reducida, ya que Rae y Jack ya no viven en Guatemala, el socio por prudencia no pasará la jornada con nosotros, sí podré compartir con mi núcleo familiar inmediato. Entre luces, bebidas espirituosas, viandas y los recuerdos de los que ya se nos adelantaron, pasaremos una más que bendecida Nochebuena. Esta, no es una nueva normalidad, es la normalidad que nos merecemos todos los que nos hemos cuidado. Hay conciencia de algunas restricciones y que el futuro no luce tan halagüeño como se quisiera en este 2021. Sin embargo, este 24 de diciembre se agradecerá la vida, el amor y, por supuesto, los que creemos en el Supremo conmemoraremos su nacimiento. Usted ¿cómo o con quién pasará su Navidad? Comparta sus experiencias con nosotros. ¡Feliz Navidad!