La menstruación siempre me pareció un tema tabú, incluso me avergonzaba hablar de ello o compartir que “estaba en mis días” a mis familiares y amigos. Hace algunos meses mientras me deprimía sintiendo que me sangraban todos los órganos y que todo eso salía por un solo orificio escuché hablar de la copa menstrual.
No es nada más y nada menos que un recipiente que se inserta en la vagina durante la menstruación para depositar el flujo. A diferencia de los tampones, que también se usan internamente, la copa menstrual no absorbe la sangre, más bien se queda contenida en su interior hasta que se extrae y se desecha.
Mientras me decidía si probarla o no, vi un par de blogs en internet para terminar de convencer. Finalmente corrí a comprarla. Debo confesar que cuando la vi me asusté, era como en las fotos pero su tamaño era demasiado grande para pensar que podría caber en la vagina, solo imaginarme la forma de instalarla me daba pánico. Pero, recordé mis días con las toallas higiénicas que tanto odiaba, respiré profundo… saqué la cartera y la compré.
Todas las mujeres que decían en los videos usarla con éxito aseguraban que este invento había cambiado sus vidas para siempre. Y me llenaba de curiosidad saber si también cambiaría la mía.
Mientras esperaba que llegaran los días que había denominado como los más asquerosos de mi vida, tenía grandes expectativas del proceso.
Llegó el día, estaba nerviosa pero decidida. Abrí un par de videos de youtube y ¡Zaz! me animé a hacer el primer intento. No funcionó. Sentí ganas de llorar, pero la chica del video decía que si fallábamos ayudaba relajar los músculos para abrir paso al siguiente intento.
Así lo hice, y de pronto se instaló y todo salía como prometían los videos en el internet. Cuando me cercioré que todo estaba en su lugar salí corriendo del baño a contarle a mi esposo mi logro. Sentía como si hubiera ganado un examen con 100 puntos.
Pasé casi 10 horas con la copa menstrual, ni una sola gota se salía de ese lugar oscuro que tanto odiaba en esos días.
El siguiente paso era sacarla, al tercer intento lo logré y para mi sorpresa encontré dentro de ella algunas reflexiones alrededor de la menstruación y lo que cruelmente había pensado de ella durante casi 17 años. Aquí se los comparto:
1. La sangre de nuestro cuerpo no huele a nada: El uso de toallas higiénicas o tampones nos han hecho creer que es un líquido asqueroso y que es indeseable hablar de él.
2. Sangramos mucho menos de lo que imaginamos: medir la cantidad de flujo menstrual es fácil y sorprendente. Los métodos convencionales y la incomodidad de sentir cuando sale la sangre nos hace pensar que menstruamos en grandes cantidades.
3. Menstruar no es malo y no debería avergonzarnos: El útero es el órgano más fuerte y cada mujer tiene uno. La menstruación se vuelve entonces una expresión de este maravilloso órgano que, en cierta medida, nos ayuda a conectarnos con nuestro cuerpo y sabernos comunicar con él. Es como la forma en la que se expresa el cuerpo de cada mujer, nos hace sentir que estamos vivas.
4. Explorar nuestro cuerpo: jamás me había interesado tanto en explorar mi cuerpo y saber cómo funciona. Es la primera vez que me he dado la oportunidad de conocerlo tal cual es.
5. Es la forma más higiénica y cómoda de llevar esos días: durante la menstruación había dos momentos que odiaba: La incomodidad durante la noche y esa sensación indescriptible cuando uno se levanta de una silla. Pero la copa no me provoca ningún sentimiento de rechazo para estos días. Después de sacarla, basta con lavarla con agua y volverla a utilizar.
La copa menstrual es ecológica, dura aproximadamente 10 años y no es tóxica. Cuando le conté a mi esposo sus bondades me preguntó: ¿Por qué pocas mujeres la usan? Probablemente, nos hemos acostumbrado a un método que por años no solo ha contaminado el planeta sino que también nuestros pensamientos y nos han vendido una visión equivocada de la menstruación.
Menstruación, sí. La palabra no es fea ni debería avergonzarnos decirle con todas sus sílabas. No tiene nada de malo.
Comprarla es tan fácil como buscarla en Amazon o someter en el buscador de Google en dónde hay sitios que la distribuyen en Guatemala. Lo único que lamento de esta experiencia fue encontrarla después de menstruar aproximadamente 240 veces y haber odiado el momento. Pero la buena noticia es que llegó a mi vida para quedarse. ¿Te animarías a probarla?.
Foto de portada: Carla Carrillo Ilustras.