Por los pasillos de los hospitales se escuchan palabras desalentadoras, como que si nada de lo que hacen los médicos valiera la pena, o al menos así se sienten.
A principios de año la constante crisis hospitalaria llegó al borde de la protesta, hicieron un paro y las cosas desde esos días no han cambiado de forma drástica.
Durante las protestas, algunos médicos que dedicaron años al servicio en los hospitales públicos renunciaron. Algunos siguen por amor al prójimo, pero nada de lo que les puedan pagar compensa las carencias con las que trabajan.
El siguiente episodio que tocó al gremio fue la captura del pediatra señalado por negligencia médica en el caso del niño que perdió la pierna. Se cree que el criterio profesional del especialista fue luchar por la vida del menor, a pesar del lamentable hecho que lo llevó a perder una de sus extremidades.
En este caso, muchos colegas mostraron su descontento en redes sociales. También se realizaron algunas marchas en su apoyo.
Luego está la muerte de la pediatra Mónica Dayana Asensio, quien fue atacada en el estacionamiento del hospital donde laboraba. Las heridas de ella también llegaron hacia sus compañeros y colegas, que lamentaron el hecho y exaltaron su labor para salvar vidas.
Todavía no se acababa febrero cuando la especialista María José Carrillo se fue. Era llamada “la doctora chinita”, y su caso conmovió a muchos que, incluso, ni la conocieron. “Me he sentido triste todo el día por el caso de la doctora”, me escribió una amiga, quien se enteró del caso por las redes sociales.
María José fue víctima de una explosión en el condominio donde recién se había mudado con su novio. Lo que más duele es que esperaba un bebé. Actualmente solo queda investigar si la constructora actuó negligentemente. “Qué caro sale ser feliz en este país”, escribió una colega, lamentando lo que le pasó a su par.
Tengo muchos amigos médicos y están de bajón, sus palabras no son alentadoras. Creen que no vale la pena seguir luchando en el país, que no les permite desarrollarse profesionalmente.
Estoy segura de que este relato no los hará cambiar de sentimiento, pero si alguno siente que nada de lo que entrega vale la pena, es necesario que sepa que Guatemala los necesita, hoy más que nunca.
Conozco a profesionales de la medicina que valen muchísimo y que sin su entrega diaria, muchos de los pacientes que atienden o han atendido no estarían con vida.