Limbo imagen

Entre la vida y la muerte se abren espacios paralelos ¿a dónde vamos a dar cuando nos morimos?

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Rodeado por infinidad de agotados salubristas y otros enfermos en estado crítico, Humberto se debatía entre la vida y la muerte. A pesar de los medicamentos que lo mantenían sedado, había un estado de leve conciencia que le hacía percibir los tubos por los que recibía oxígeno y alimentación asistida. Y ese dolor que quemaba en su uretra “¿tengo una sonda? Oh, Dios no puedo respirar. El aire no me llega a los pulmones”.

Sueño inquieto lleno de imágenes y rostros queridos “¿dónde está mi esposa? ¿Abuelita qué hace aquí, se va a infectar?”. La imagen se desvanece, se confunde con la de su mamá quien pareciera esperarlo sentada en la mecedora de la casa vieja, rodeada de una densa y luminosa niebla. Desaparecen “¿por qué no está mi esposa cuidándome? Mama, mama, no me deje solo”.   

Se despierta, está desnudo en medio de la habitación de hospital “¿el intensivo?”, a la gente que está en el cuarto parece no importarle. De hecho, están tan ocupados que ni se percatan de su presencia. Los aparatos que asisten la vida de los pacientes titilan de manera alarmante. Se asoma a la cama y aterrado se observa en ella, lleno de tubos y agujas, con la piel de color cerúleo. “Me desdoblé”. Las alarmas de la máquina conectada al respirador están centelleando en rojo. Ve como inyectan algo al suero mientras el médico trata de reanimarlo con procedimiento cardiovascular. Nada.

Despierta. Camina sobre una infinita floresta. A lo lejos percibe una percusión opaca que procede de su pecho, no es música, pero tiene un cierto ritmo. Le duele el esternón. Inhala el frescor. Pareciera una mañana de verano, pero el clima está templado y no hace ni frío ni calor. La belleza del paraje, el colorido de las plantas, el mar mucho más allá con su refrescante brisa. “¿Estoy en el limbo? Otra vez las percusiones “¿de dónde vienen?”, sale expulsado por los aires de manera vertiginosa.

De nuevo está en su cama, el doctor le da instrucciones a la enfermera. Le duele el pecho. El sopor lo lleva poco a poco a la conciencia. Otra vez se le aparece su madre, acompañada de su abuela… “¿no es tiempo, lucha por quedarte, no es tu tiempo?”.  Tres días después empezó a mejorar y luego de una semana estaba fuera de peligro. Había vencido la enfermedad y la muerte al mismo tiempo. 

Todas las noticias, directamente a tu correo

Recibe todas las noticias destacadas de Relato.gt, una vez por semana, 0 spam.

¿Tienes un Relato por contar y quieres que nosotros lo hagamos por tí?

Haz click aquí
Comparte
Comparte